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La causa de ellas es la más importante

Nos alcanzó otra fecha importante: el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Si no la fecha, el tema sí es trascendental, pero lamentablemente las circunstancias le restan brillo a una conmemoración que debe figurar en la lista de prioridades de las instancias de gobierno, de las instituciones académicas, de las organizaciones civiles e incluso, de los espacios más básicos de la sociedad. La razón es simple: mientras no mejoremos las condiciones de las mujeres, seguiremos descendiendo en la espiral de descomposición que nos amenaza.

La realidad es que cada semana tenemos un drama para lamentar que consume la capacidad de asombro nacional: el domingo 27 de febrero, el fusilamiento de 17 personas en San José de Gracia, Michoacán, con la estela de declaraciones polémicas del presidente Andrés Manuel López Obrador y otras autoridades.

Menos de una semana después, el sábado 5 de marzo, la batalla campal en el estadio de futbol de Querétaro, que hasta el día de hoy es el tópico nacional de discusión, porque por una parte, según el presidente (imposible no considerarlo en todo momento, ya que él arrebata las controversias desde su mañanera), se trata de otra de las herencias de los gobiernos neoliberales, y encima está la sospecha de que sí hubo víctimas mortales en la gresca.

Los hechos trágicos de Querétaro eclipsaron, incluso, al que prometía ser el nuevo escándalo nacional: la filtración de una llamada del fiscal general del país, Alejandro Gertz Manero, que evidencia su conflicto de interés, su acceso cuestionable a documentos judiciales que se revisan en la Suprema Corte de Justicia y su ocupación en venganzas personales cuando de él se espera que contribuya a detener el imperio de la criminalidad y la impunidad.

En un escenario así, ¿qué posibilidades tienen las manifestaciones feministas y las mujeres mexicanas en general? Muy pocas.

De hecho, las movilizaciones realizadas ayer en diferentes ciudades del país, ya estaban marcadas por la advertencia presidencial desde la mañanera, que acusaron el uso de marros, picos y bombas molotov. “Eso no es feminismo”, sentenció el presidente, y en dos segundos se inclinó por la percepción negativa, desacreditante.

¿Pero cuál es la realidad? Vayamos al extremo más grave: los feminicidios. En este sexenio, según las cifras oficiales, se registraron 973 en el año 2019; 978 en 2020 y mil cuatro el año pasado. Siempre en ascenso, durante el gobierno de la Cuarta Transformación. ¿De nuevo hay que explicarlo por la herencia neoliberal?

Como es sabido, la problemática está perfectamente diagnosticada. A pesar del discurso político basado casi siempre en percepción y proyectos de grupo, existen estudios más serios y realistas que razonan la situación de la mujer mexicana.

¿Cuándo desaparecerán las marchas del 8M? Cuando las demandas de las mujeres sean atendidas. Pero, ¿cómo resolverlo si no destinan recursos económicos para ello? Ejemplos: en el DIF Guadalajara, para la atención a las mujeres violentadas y en situaciones de precariedad, destinan alrededor de seis millones de pesos este año.

La Secretaría de Igualdad Sustantiva, dependencia del Gobierno estatal más visible para el sector, tiene un presupuesto total de 370 millones de pesos, y un porcentaje no mayoritario atiende programas específicos para ellas. Sí, se impulsan políticas transversales para que otras dependencias de gobierno destinen recursos a beneficio de las mujeres, pero siempre son mínimas.

Importa decirlo: si mejoran las condiciones de la población femenina, en automático nos rescatamos todos. Pero falta que nos demos cuenta.

jonasn80@gmail.com / @JonasJAL

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