La bomba de tiempo
La promesa de este sexenio eran los pobres. Sin embargo, aunque ha habido políticas que han favorecido a los más necesitados, el presidente fue incapaz de sentar las bases de una política social de largo plazo en el país. Lo que sí hubo fueron parches y decisiones cortoplacistas con tintes electorales, heredándole así una bomba económica al siguiente gobierno que será difícil de desactivar.
México tiene un problema de gasto público social, porque invertimos poco en la gente. Gasto público social es el dinero destinado a pensiones, salud, educación y programas enfocados en los grupos más vulnerables, principalmente. Durante el actual sexenio el gasto en este rubro aumentó, aunque en gran medida por las pensiones, tanto contributivas (jubilados) como no contributivas (Pensión para Adultos Mayores). Sin embargo, las pensiones han causado desinversión en otros rubros sociales, como la salud, evidente en la falta de medicinas y los 30 millones de mexicanos que perdieron acceso. Si Francia gasta el 31.6% de su PIB en gasto público social, México se encuentra hasta el final de la lista entre los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): solo 7.4%. Inclusive Colombia gasta más, con 15.2%.
Si somos el país que menos recursos destina a gasto social en la OCDE, de esperarse que seamos el que menos recaude, y así es: los ingresos tributarios fueron 16.9% del PIB, mientras que el promedio de los países que integran la organización recauda el 34%. Francia es el país que más dinero destina a gasto social porque también es el que más recauda: 46.1% de su PIB. Inclusive Colombia recauda el 19.2%. El gobierno de López Obrador le apostó, muy ingenuamente, a aumentar la recaudación fiscal a través del cobro de créditos fiscales y del combate a la facturación ilegal: sin embargo, los créditos fiscales jamás cubrirían tantos puntos del PIB, y el enfrentamiento a las factureras ha fracasado, al haber aumentado estas en un 63% solo durante este
sexenio.
Si aumentas el gasto social, pero no la recaudación, entonces lo único que queda es contratar más deuda. Y eso ha sido justo lo que ha sucedido, al haber pasado de 44.9% del PIB en 2018 a 49.4% durante 2022. Más aún, la deuda promete aumentar mucho más durante 2023, con un déficit de 5.4%, monto contratado no visto en alrededor de tres décadas. No resulta raro, entonces, que el rendimiento de los bonos soberanos del gobierno a diez años –bonos que reflejan la salud de la economía– se hayan incrementado, rendimientos que también han presionado las finanzas públicas al tener que dedicar más presupuesto al servicio de la deuda.
Poco gasto social, poca recaudación, y creciente deuda: esas son las condiciones económicas y sociales en las que deja su gobierno el presidente de la República. No se han sentado las bases para combatir la pobreza y la desigualdad a largo plazo en el país. Y el siguiente gobierno necesariamente heredará un México más frágil.
Fernando Nuñez de la Garza
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