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La avenida Niños Héroes y su ciclovía son de todos

Las calles son de todos. Esta obviedad no parece clara para algunas personas. Una calle de cualquier punto de Guadalajara, una vez entregada al Ayuntamiento, pertenece por derecho propio a los cinco millones de tapatíos por igual. Y a todos los visitantes. Es éste un principio básico de la convivencia y el funcionamiento de las ciudades. Pero todavía hay gente que no termina de darse por enterada, o piensa que tiene mayores derechos que los demás.

Las autoridades, dentro del plan metropolitano de ciclovías, comenzaron las obras de una muy útil ruta: la que va por las avenidas Guadalupe y Niños Héroes (que son la misma vialidad) desde Niño Obrero hasta la glorieta de los Niños Héroes. Como cuatro kilómetros que servirán para salvar vidas de ciclistas, para comunicar diversas rutas, para revitalizar los barrios que cruzan, para dar mayor seguridad a los entornos, para impulsar, en general, una vida urbana más racional y sustentable. Todo lo anterior es demostrable con hechos y argumentos sólidos.

A lo largo de este corredor, desde hace años, los responsables de la vialidad determinaron liberar al tráfico rodado (bicicletas, motos, coches) los tres carriles en cada dirección. Como es tan frecuente, poca gente hace caso del ordenamiento, y el tercer carril, sobre la derecha y pegado a la banqueta, está marcado con la línea amarilla que prohíbe el estacionamiento. Actualmente, sin embargo, muchos conductores desobedecen la norma. Es, precisamente, por este carril que va la ciclovía, y por lo tanto su instauración no limita el actual caudal automovilístico.

Sin embargo, algunos vecinos que se sienten afectados optaron por obtener un amparo que ha detenido los trabajos. Están en su derecho. Pero sobre ese recurso pesa el interés incontestable del resto de la ciudadanía. El argumento del “aumento de la contaminación” por la reducción de carriles es, como se ha visto con claridad, falso e insustentable. Por lo pronto, el retraso, como el de todas las obras públicas, perjudica a la ciudadanía y lesiona la gobernanza que debiera existir para un mejor desenvolvimiento de la ciudad.

Esperablemente, la controversia se resolverá en favor del bien común. Pero es importante aprovechar la coyuntura para subrayar la necesidad de tener una adecuada conciencia de lo que conviene a la comunidad. ¿Qué ocurrirá una vez que la ciclovía esté lista? Una nueva ruta para las bicicletas podrá operar con todos los beneficios arriba apuntados. El flujo de automóviles será el mismo, salvo que los conductores tendrán que circular con plausibles mayores precauciones. Los estacionamientos sobre las servidumbres serán ordenados. Los coches que anteriormente se estacionaban indebidamente sobre el carril de la ciclovía tendrán que buscar espacios adecuados, o mejor, dejados en su casa en favor del transporte colectivo o las propias bicicletas en los casos viables. Ojalá que se aproveche el impulso de las obras para reforestar todo el corredor y para plantar, como lo obligan los reglamentos, un árbol cada seis metros de banqueta. Pero, sobre todo, ojalá que los opositores a la medida entiendan, civilizadamente, que esta ciudad nos pertenece a todos, y que en ella debe mandar el bienestar de las mayorías.

jpalomar@informador.com.mx

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