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La apuesta al voto duro

A raíz de lo sucedido en Acapulco, muchos auguran la caída en la popularidad del presidente de la República. Sin embargo, a estas alturas mucho indica que López Obrador saldrá intacto. Y la seguridad que eso inevitablemente proporciona hará que desde Palacio Nacional le apuesten al voto duro morenista para ganar en 2024.

Una cosa es la comunicación política, y otra la política pública. Existen muchos líderes políticos que son excelentes gobernantes, impulsando políticas públicas que elevan la calidad de vida de su población, pero que sin embargo tienen bajos niveles de popularidad. Por otra parte, podemos enumerar a muchos liderazgos políticos que son pobres gobernantes, aunque gozan de altos niveles de popularidad. En el primer caso está el presidente estadounidense Joe Biden. En el segundo Hugo Chávez, quien sentó las bases para que una cuarta parte de su población huyera de su país. En ese mismo caso tenemos, también, a Andrés Manuel López Obrador.

El presidente de la República es un gran comunicador en un país donde la gente tiende a desconfiar de los medios de comunicación, coyuntura que mucho le favorece: el 68% de los mexicanos apoya las mañaneras (Poligrama), mientras que solo el 36% dijo confiar en la mayoría de las noticias, el nivel más bajo desde 2017 (Digital News Report 2023). Si a lo anterior le añadimos las muchas falsedades que se dicen en esas mismas mañaneras, y el golpeteo constante a innumerables instituciones en las cuales la población desconfía, tenemos entonces niveles de popularidad presidencial que rondan el 60%, a pesar de las hecatombes en política pública.

Con su talento para comunicar, los muchos positivos que tiene Morena, los muchos negativos que tiene la oposición, y una relativamente alta popularidad, el presidente parece que le apostará a su voto duro rumbo a 2024. El microcosmos lo vemos en la Ciudad de México donde, a pesar de las victorias de la oposición en 2021, López Obrador escogió a Clara Brugada por encima de Omar García Harfuch, sin importar que este último tuviese una ventaja de quince puntos en las encuestas. Lo mismo se buscará replicar a nivel nacional, con cierto sentido: Morena tienen 22 gubernaturas, innumerables presidencias municipales y la
presidencia de la República en su poder, dándole un enorme poder de movilización. Y el presidente también logró la entrada en la contienda electoral del gobernador de Nuevo León, Samuel García, lo que promete dividir el voto clasemediero y joven, ambos contrarios al presidente y fundamentales para la oposición.

Un contexto de hartazgo y desconfianza en las instituciones públicas, un presidente carismático con un talento para calumniar, y una oposición que un día y otro también se autosabotea: Morena le apuesta a su voto duro rumbo a 2024. Le funcionó al amigo de López Obrador, Donald Trump, en 2016, y casi en 2020. Y aunque dicha apuesta es propia de personalidades profundamente intolerantes, en términos meramente electorales, no es una idea descabellada.

Fernando Núñez de la Garza

fnge1@hotmail.com@FernandoNGE

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