La UIF: el sabueso y el mastín
Pablo Gómez es sin duda uno de los personajes más connotados de la izquierda mexicana. Líder de la facultad de Economía en el movimiento estudiantil del 68, preso político, fundador del Partido Comunista Mexicano en su etapa legal (1979), del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), promotor de la unidad de la izquierda en 1988 y de la formación del PRD en 1989, tres veces diputado federal, senador por la Ciudad de México y poseedor de un récord inalcanzable: el discurso más largo en la Cámara de diputados (en realidad fue una toma pacífica de la tribuna mientras sus compañeros negociaban). El nuevo titular de la Unidad de Inteligencia Financiara (UIF) no es un técnico, es un político con muchas horas de vuelos y sin experiencia en el sistema financiero.
Si bien su designación es sorpresiva, Pablo Gómez es cualquier cosa menos un improvisado. Está lejos de ser el perfil del sabueso financiero que venía desempeñando Santiago Nieto. Un sabueso, por cierto, que royó muchos huesos, pero no logró ninguna presa, pues nunca tuvo buena relación con el cazador, el Fiscal Gertz Manero. Muchas cuentas congeladas y muy pocos lavadores de dinero procesados: muchas primeras planas y pocos juicios.
Por lo poco que ha adelantado de su visión, el papel de Pablo Gómez como nuevo titular de la UIF será completamente distinta. Su objetivo no es el crimen organizado, sino el combate a la corrupción y la vigilancia del uso de los recursos públicos. Su batalla, dice, es contra “la corrupción de Estado”, que, dice, en últimos 70 años, del presidente Miguel Alemán para acá, ha imperado en el país. El poder y la corrupción han sido una misma cosa, un solo sistema. Eso puede significar todo y nada. Es decir, puede quedar en un gran concepto en el que todos estaremos de acuerdo pero que no se traduzca en acciones reales sino en grandes discursos, que son la especialidad de Gómez Álvarez, o bien convertirse en una política de vigilancia desde el interior el Estado a todos los proveedores y funcionarios del gobierno actual. Si alguien puede seguir la huella del dinero para detectar quién paga y quién recibe “mochada”, de qué dependencia sale y a qué campaña va el dinero, es la Unidad de Inteligencia Financiera. Desatada la batalla por la sucesión presidencial, enviar el mensaje a los candidatos y funcionarios que apoyan a uno u otro grupo que los estarán vigilando desde dentro es fundamental para mantener el control del proceso.
La UIF parece haber pasado de la época del sabueso rastreador a la del mastín que vigila el acceso a palacio.
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