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La Señora Presidenta vs la brecha salarial

En México, el mundo de la política va muy adelantado respecto al mundo de las empresas, cuando se trata de equidad de género. En política, tenemos que la próxima presidente de México será mujer. Hay nueve gobernadoras y en una semana tendremos diez. En el Poder Legislativo, hay 50% de hombres y 50% de mujeres. En el Judicial, por primera vez tenemos a una Ministra Presidente de la Suprema Corte. El sector privado va a otra velocidad o refleja otra realidad: En las empresas que cotizan en Bolsa, apenas 4% de ellas tienen una directora general y 27% de las compañías no tienen una mujer en su Consejo de Administración.

Lo que pasa en las mayores empresas privadas de México es congruente con lo que pasa en el mercado laboral. En nuestro país, 23 millones 942 mil mujeres trabajan en actividades remuneradas. En promedio ganan 10 mil 817 pesos, cuando trabajan en el sector formal. Esto se compara con los 12 mil 494 pesos que ganan en promedio los hombres en la formalidad. Lo que ganan las mujeres es 15.5% menos. Son datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

La brecha salarial es más dura en la informalidad, donde labora la mayor cantidad de mujeres. Ahí el sueldo promedio de los hombres es de seis mil 993 pesos mensuales frente a cinco mil 196 pesos mensuales de las mujeres. 

Hablamos de la brecha salarial y si ponemos la lupa en ella, podemos constatar lo complicado que es abatirlo. Las expertas dicen que uno de los factores que explican la brecha es la diferencia en el número de horas que las mujeres dedican a labores no remuneradas dentro del hogar. Son 42 horas por semana, de parte de las mujeres a cuidar menores, adultos mayores y personas enfermas. A hacer, además, tareas domésticas. De parte de los hombres, son alrededor de 19 horas.

¿Cómo es que las horas dedicadas a trabajo familiar no remunerado ensanchan la brecha salarial? Muchas mujeres tienen doble jornada, pero sobre todo, tienen un conflicto en el que con frecuencia deben sacrificar su desarrollo profesional para mantener “a flote” el hogar. Esto las hace más vulnerables a despidos y les complica competir por altas posiciones. La brecha crece a lo largo de la vida profesional para las mujeres que tienen más carga de trabajo en el hogar.

Es aquí donde entra en escena el famoso Sistema Nacional de Cuidados. En México se ha empezado a hablar de esto desde noviembre de 2020, fecha en la que entró una iniciativa de Ley para crearlo (que no ha sido aprobada). Guarderías para niños y estancias para adultos mayores.

Hacerlo bien, en serio, podría costar entre 1.2 y 1.4% del PIB por año, de acuerdo con estimaciones del subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio. El financiamiento no sería necesariamente 100% con dinero público. Es conveniente explorar todas las opciones en las que puede haber aportaciones de las empresas y los hogares con capacidad. Todo esto, sin perder de vista que se trata de un asunto de interés público que no debe subordinarse al apetito que pudieran tener algunos.

Los beneficios de contar con un Sistema Nacional de Cuidados serían muy superiores a los costos porque podríamos tener una mayor participación económica de la mujer y, muy probablemente, mayor calidad de vida para los niños y las personas de la tercera edad. Las mujeres serían las más beneficiadas, quizá, optar entre buscar más oportunidades en el trabajo o pasar más tiempo de calidad con sus familias. Algunos de los beneficios se pueden medir en términos de PIB. ¿Qué valor le asignamos a la salud mental y a la mejora en las condiciones de vida de millones de personas?

El Sistema Nacional de Cuidados será uno de los grandes temas del próximo sexenio. No sé cual es la posición de Claudia y Xóchitl, pero estoy seguro de que lo apoyan. Sería interesante conocer sus visiones sobre el mismo y los matices que cada una de ellas plantean. La próxima presidente será clave para que éste empiece con el pie derecho. La próxima Presidente será fundamental, pero la decisión no debe quedar en manos de una sola persona. Es un asunto que afecta a millones y está lleno de detalles finos. ¿Podremos reponer el tiempo que perdimos en este sexenio con tantas ocurrencias?

lmgonzalez@eleconomista.com.mx 

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