“La Semana Mayor”
Pues bien, que mal, pero ya llegamos a la Semana Santa y se muestra una gran variedad de actividades para el gran público. Yo creo que la salida al mar es la opción más popular y, sin duda, la más difícil de elegir. Pero la verdad es que en gustos se rompen géneros, y a mucha gente le gusta vacacionar en el mar sin importarle que las carreteras estén atascadas de coches, y que al llegar a cualquier sitio marino se encuentren, en los más desocupados, unas cuatrocientas cincuenta personas por kilómetro cuadrado. Además, no dejan de contar con comerciantes de todo tipo de productos inútiles para la playa, entre ellos vendedores de enciclopedias con un abuso de treinta por ciento en los precios. Pero si eso no te afecta mayormente, pues te la pasarás muy bien.
Otros prefieren turistear por nuestra bella ciudad y aceptar la invitación que desesperadamente hace el ultra super mega popular presidente (aunque a él le gusta que le digan alcalde) de visitar el centro de la perla tapatía, que a mí me gusta mucho sin los aderezos que él ha puesto como los caballitos, la suave crema y otros que, si no te asaltan, son divertidísimos. Si en los caballitos te toca una persona renegando, no lo peles porque casi seguro será un regidor de Morena que estará molesto por el gasto en este rebaño de animales, y como ahorita andamos ya en campaña, capaz que se encuentra usted a alguno de los cientos que creen ser de los que pueden ser designados como candidatos de algún partido, y ellos serán muy amables.
Otro grupo importante decidirá seguir las prácticas tradicionales de esta semana y visitar los siete templos, o algunos menos devotos harán la prueba de las siete empanadas, muy sabrosas. Unos más harán el viacrucis, del que hay muchas versiones; ahora mismo recuerdo una que, en referencia a la casa de los pontífices, el que guiaba decía:
“Ya lo meten, ya lo sacan
Ya lo vuelven a meter,
Ya le estiran su greñero y están
Dale que dale en su pobre costillar”.
Y el pueblo contestaba: “Pobre de Él, tan macho y tan guantador”.
Luego, respecto del pretorio, decían:
“Ya lo suben, ya lo bajan
Ya lo vuelven a subir
Ya le estiran su greñero y están
Dale que dale en su pobre costillar”.
Y el pueblo respondía: “Pobre de Él, tan macho y tan guantador”.
Así que todo lo que quiera hacer cubrirá las expectativas semanales y usted sólo habrá hecho lo que le dé su puritita voluntad o si usted es muy democrático, pregunte a su familia y si no lo mandan a jondear gatos de la cola, que es lo más probable, pues haga un plan siguiendo la voluntad familiar, que siempre es bueno obedecer.