Ideas

La Romería

Cuando el Papa Juan Pablo II (hoy santo) puso a México como destino del primero de los muchos viajes que realizó durante su extenso pontificado, en 1979, correspondió a Guadalajara una de sus etapas. Los organizadores decidieron realizar, con dedicatoria al ilustre visitante, una reedición, en pleno enero, de la tradicional Romería del 12 de octubre a la Basílica de la Virgen de Zapopan… Ahí, en su homilía, el Pontífice instó “a los sacerdotes encargados de los Santuarios, a los que hasta ellos conducen peregrinaciones”, a procurar “la depuración prudente de eventuales formas de religiosidad que presenten elementos menos adecuados”, y a “aprovechar pastoralmente estas ocasiones, acaso esporádicas, del encuentro con almas que no siempre son fieles a todo el programa de una vida cristiana”.

-II-

Uno se preguntaría si, cuatro décadas después, ha habido avances en ese sentido… Esa cuestión, sin embargo, por ahora no viene al caso. Pero hay otro asunto vinculado con el tema: la insistencia de las autoridades civiles en que la UNESCO, en su próxima reunión anual, a finales de noviembre, incorpore a la Romería en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, lo que la convertiría, ipso facto, en atractivo turístico.

El listado correspondiente consta de 832 eventos, de los cuales México aporta ocho; entre ellos, la charrería, el mariachi, las fiestas indígenas dedicadas a los muertos, la ceremonia ritual de Los Voladores de Papantla, la cocina y las pirekuas michoacanas.

-III-

Señala la UNESCO que “debe de entenderse por patrimonio inmaterial todo aquel patrimonio que debe salvaguardarse, y consiste en el reconocimiento de los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas transmitidos de generación en generación, y que infunden a las comunidades (…) un sentimiento de identidad y continuidad”.

Pero así como los lugares físicos que han sido declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad –el Instituto Cultural Cabañas, verbigracia– requieren cuidados orientados a su conservación y salvaguardia, con el patrimonio inmaterial sucede otro tanto. En el caso de la Romería, todo indica que la conservación parece asegurada; la salvaguardia, en cambio, debería implicar el compromiso de las autoridades civiles y religiosas interesadas en mantenerla vigente, por depurarla; si no es posible luchar contra el aspecto comercial que en cierto modo la prostituye, al convertir la ruta en el tianguis más grande de Guadalajara, sí, al menos, contra los elementos culturales (las máscaras de luchadores entre los danzantes, por ejemplo) que ostensiblemente la contaminan, la degradan y de alguna manera la desnaturalizan.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando