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La OFJ, a Bellas Artes

La coincidencia de dos nombres en la cartelera, DanIela Liebman y Gustav Mahler, hizo el efecto de casi llenar, la noche del jueves, la sala del Teatro Degollado, para el tercer concierto de la Segunda Temporada 2023 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ): una, la joven pianista tapatía consentida de los melómanos locales; otro, uno de sus compositores predilectos.

Tanto la interpretación del Concierto para Piano No. 22 en Mi bemol, K. 482, de Mozart, a cargo de Daniela, como la de la Sinfonía No. 9 del músico austro-bohemio, resultaron espléndidas; la consecuencia fue una velada extraordinaria en toda la extensión del vocablo.

El programa se abrió con la versión orquestal de Higinio Velázquez –a iniciativa de Kenneth Klein, director que fuera de la entonces Orquesta Sinfónica de Guadalajara hace alrededor de sesenta años, según dato aportado por el también pianista Kamuel Zepeda– de “Tres Danzas Indígenas Jaliscienses”, partitura escrita originalmente para piano por José Rolón, creador, en 1915, del actual ensamble jalisciense. Más allá de los elementos rítmicos y los temas festivos y coloridos característicos de las danzas indígenas, la obra incorpora disonancias sonoras propias de la modernidad de su tiempo.

De la treintena de conciertos para piano compuestos por Mozart, algún sector de la crítica ha calificado como “los cinco magníficos” a los incluidos del 20 al 25; el No. 22 incrementó su popularidad al incluir Milos Forman el tema principal de su tercer movimiento (allegro) en la banda sonora de la superexitosa película Amadeus. Tanto la pulcra orquestación, a cargo de José Luis Castillo, director artístico de la OFJ, como el desempeño de Daniela Liebmann como solista, especialmente solvente en las cadenzas de los movimientos primero y tercero, en las ornamentaciones que abundan en el allegro final y en la elegancia, gracia y sensibilidad que exige el segundo movimiento (andante), resultaron irreprochables. Daniela hizo méritos sobrados para el encore, que seguramente se obvió para no alargar aún más una velada maratónica que consumió dos horas con 40 minutos.

La Novena Sinfonía de Mahler, como todas sus hermanas, es monumental en sus dimensiones; su estructura, a semejanza de la Patética, de Tchaikowsky, consta de un movimiento inicial lento, dos rápidos y uno particularmente lento al final: una de las mejores páginas de su autor, junto con el Adagietto de la Quinta Sinfonía. La lectura de José Luis Castillo fue magistral en las dinámicas, y particularmente en el que, en vez de la acostumbrada apoteosis culminante, se desvanece lenta y apaciblemente en el silencio asociado con la muerte.

El programa se repite, esta vez en el Teatro Nacional de Bellas Artes de la Ciudad de México, este sábado a las 18:00 horas, como parte de la conmemoración del segundo centenario de que Jalisco se declaró “estado libre y soberano”.
 

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