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La “Italiana” quedó a deber

La inclusión de Nayden Todorov –un director europeo de reconocido prestigio– como conductor huésped, y de la Sinfonía No. 4 (“Italiana”) de Mendelssohn como plato fuerte en el segundo concierto de la Primera Temporada de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), la noche del jueves en PALCCO, prometían una velada memorable...

Lo fue a medias, lamentablemente: por una parte, se mejoró sensiblemente la muestra del programa anterior (“Mucho ruido... y poca música”, se apuntó aquí en la crítica correspondiente); por la otra, la versión de la “Italiana” quedó a deber: los movimientos segundo (Andante con moto) y tercero (Con moto moderato) resultaron impecables: retrataron fielmente la elegancia característica del compositor alemán y la exuberancia en los motivos musicales (solos, dúos, tríos, ecos, etc.) en la más celebrada –a la par, acaso, con el “Sueño de una Noche de Verano”– de sus composiciones; por contrapartida, los movimientos primero (Allegro vivace) y cuarto (Saltarello-presto), resultaron estridentes y tumultuosos en algunos pasajes.

Estuvieron lejos, pues, de las muchas versiones de referencia (las de Paavo Jarvi o Andrés Orozco-Estrada con la Sinfónica de la Radio de Frankfurt o la de Myung-Whun Chung con la Filarmónica de Radio Francia, por ejemplo) de esa sinfonía tan conocida.

Acaso precisamente por ser menos exuberantes que el primero y el cuarto, los movimientos segundo y tercero tuvieron una lectura pulcra, mesurada, con respeto absoluto del tempo, equilibrio de secciones y dosificación de dinámicas. En los otros dos, amén de pasajes tumultuosos en que el fraseo brilló por su ausencia, hubo excesos de intensidad en trompetas y timbales, principalmente.

Se abrió la velada con la Obertura Festiva, de Stoyanov. Las influencias de Brahms, Wagner y Rachmaninov –consignadas en el programa de mano– se traducen en una obra brillante, ligera, propicia especialmente para el lucimiento de los alientos metales... aunque ya desde entonces hubiera excesos en las trompetas.

La suite Máscaras y Bergamascas, de Fauré, en cuatro movimientos (Obertura, Minueto, Pastoral y Gavota), en cambio, dio pie al lucimiento de las cuerdas. En ambas, por lo demás, Todorov se comportó como el director vigoroso y expresivo que transmite su energía tanto a la orquesta como al público que hizo, por lo demás, una entrada apenas regular.

El programa, como de costumbre, se repite este domingo, a partir de las 12:30 horas, pero esta vez en el Teatro Degollado.

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