La Inquisición de hoy
Justo la semana pasada se hablaba aquí sobre la peligrosidad de las redes sociales. Y sobre la nueva moralidad. Una moralidad donde los propios valores son extensivos a toda la humanidad. Sus sanciones aparte son ilimitadas. Así, al juntarse miles de millones de verdades perfectas, se da el efecto de dejar sin moral a una sociedad. Si lo dicho por cualquiera es la verdad revelada y además completa, los principios o valores sencillamente no existen. Porque los valores lo son precisamente por ser inalcanzables. Nadie. Solo aquellos creyentes en su propia santidad, ha llegado a completar al cien un valor.
Al final ocurrió la tragedia. Era cuestión de tiempo. Las redes sociales y en particular Twitter, dejaron de ser desde hace tiempo ya, entre otras cosas un lugar de sano intercambio de ideas. Aquí ya se ha dicho: se usaron políticamente para manipular la opinión pública mediante el odio. Y está pasando en todo el mundo. El suicidio de Armando Vega Gil además del dolor de sus familiares y amigos deja ver la actualidad de dichas redes. Ya son un campo minado donde se pueden ver a la pasada regados cadáveres hechos pedazos.
Recordemos, el movimiento #metoo fue iniciado en el territorio de nuestro vecino del Norte. La idea era y funcionó allá arropar a las mujeres abusadas sexualmente. Muchos casos se aparejaron a la justicia, lo cual en nuestro país es imposible. Con más del 90% de los delitos impunes, acudir a hacer la denuncia correspondiente es inútil, cuando no se repiten abusos en las agencias investigadoras.
Vega Gil fue acusado por una cuenta anónima pero la plataforma #metoomusicos (ya cerrada) sin ningún tipo de filtros la subió y desató la furia de la santería tuitera. Ante tal situación, Vega Gil hizo tal como parece en su carta suicida colgada en Twitter, un diagnóstico certero. Su vida estaba destruida. Su reputación personal y profesional ya no existían. Y tomó la decisión de quitarse la vida. En estos casos mejor no es hacerse suposiciones. ¿Quienes nos creemos para juzgar si fue por tal o cual circunstancia? Está muy clara la motivación. Ahí está su carta -de la cual algunas personas se burlaron- y no hay duda. De donde salió la imputación me temo nunca sabremos nada. Ojalá supiéramos a ciencia cierta por lo menos de su existencia, porque todo indica se trató de una falsedad. Está bien por seguridad, reservar por lo menos en tanto se empodera a la denunciante todos los demás datos, pero darle rienda suelta puede llevar a la gente a extremos tan lamentables.
Como en éste país no hay ley -a un buen amigo también abogado, recientemente le preguntó un extranjero como le hacía para obtener clientes en un país donde la ley no existía-. Y sin ley no queda de otra más que atacar y defenderse a su margen. Algunas de las denuncias hechas por @metoo en México son ciertas. Otras son dudosas y como la de mérito, falsas. ¿Es correcto el pago de justos por pecadores? La nueva moral dice sí. No importan los medios ni los daños. Lo único importante es la Justicia o mejor dicho, su justicia.