La Guardia, cómo policías de “adorno”
Los gritos retumbaban por los túneles del Metro: “Hay que botar a la Guardia Nacional… fuera la Guardia Nacional del Metro…militarizar el Metro no es cuidar. Fuera Claudia… Metro popular”, además de exigir justicia por Yaretzi, la joven que murió en el choque de trenes del sábado de la semana pasada.
El grupo de feministas, que iban encapuchadas, llegó a la estación Bellas Artes del Metro capitalino, en protesta también por el amplio despliegue de seis mil oficiales de Guardia Nacional que por órdenes de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheiumbau, fueron apostados en las 195 estaciones de las 12 líneas que tiene el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM), después de la serie de accidentes o incidentes (incidente es un suceso repentino no deseado que ocurre por las mismas causas que se presentan los accidentes) que han sucedido en las últimas semanas.
A pesar de la presencia de los elementos de la Guardia Nacional (GN), las protestantes primero colocaron cinta adhesiva alrededor de los aparatos de lectura de las tarjetas de acceso, pintaron algunas leyendas en las paredes de la estación y rompieron algunos vidrios de la taquilla.
Posteriormente se dedicaron a destruir los torniquetes de entrada, mientras que con varilla y martillo arruinaron los sensores de los lectores de boletos. Fue la primera prueba de fuego al operativo de vigilancia. Y, ¿cuál fue la respuesta de la autoridad?
Actuaron con mucha mesura y gentileza, invitándole a retirarse y de manera paciente ver cómo el caos y destrucción crecía “sin meter las manos” prácticamente. Y por la única detención que hicieron, de un sujeto que con megáfono en mano arengaba a las manifestantes -que fuera identificado como Hendrik Ortega, quien supuestamente es dirigente del PRD México-, dos agentes de la GN fueron suspendidos.(?)
Las reacciones en diferentes sectores de la sociedad fueron dos básicamente. Algunos se preguntaban, si la GN en una estación del Metro no pueden poner orden, con que capacidad y argumentos van a frenar la violencia que se vive en el país por culpa del crimen organizado. Otros, en el sentido de que la presencia de la Guardia Nacional en el Metro no se justifica, cuando está demostrado con hechos que el desastre que se tiene en el sistema de transporte es provocado por falta de presupuesto y mantenimiento.
Aunque queda la duda, sobre si la respuesta acelerada de la Jefa de Gobierno de recurrir a la presencia de la Guardia Nacional fue motivada por amenazas recibidas o porque se tienen evidencias que los recientes accidentes han sido a consecuencia de actos de sabotaje. Cualquiera que sea la razón, no se justifica que a simple vista seis mil guardias sean asignados de manera permanente y exclusiva al transporte de la Ciudad de México.
Aunque en la descripción de sus funciones de la GN se habla de que realizaran “función de seguridad pública a cargo de la Federación, y en su caso conforme a los convenios que para tal efecto se celebren, colaborar temporalmente en la tareas de seguridad pública que corresponden a las entidades federativas o municipios”, en estos momentos las necesidades de seguridad del país están concentradas en otras regiones y no en el transporte capitalino de la capital.
La medida -la responsabilidad de la seguridad en el Metro- no corresponde a las necesidades urgentes que se tienen en otras partes de la República, donde se requiere que la Guardia Nacional haga labores más estratégicas. Solamente hay ver lo que sucede en algunos estados, como en Zacatecas -donde hay sólo mil 400 oficiales asignados de la GN-, Michoacán -cuatro mil 040-, Jalisco -cuatro mil 500- y Sinaloa -cuatro mil-, donde la violencia está desencadenada y se requiere más presencia militar o en aquellas regiones que están bien detectadas y que aparentan estar ‘secuestradas’ por el crimen organizado.
Es urgente que desde Palacio y pasando por el Congreso se haga una evaluación y valoración de las asignaciones y responsabilidades de la Guardia Nacional, ubicándolos con la debida autoridad en los lugares donde es necesaria su presencia. Que no se les ponga de adorno como ‘policías’ -como sucedió en el Metro donde no actuaron ante el desorden provocado, además de la destrucción y daños en las vías de comunicación, que está debidamente tipificado- y que cumplan con el compromiso para el que fueron creados. ¿Usted, qué opina?
daniel.rodriguez@dbhub.net