La CNTE y la estigmatización liberal
La estigmatización de los sujetos que producen luchas y movimientos sociales es uno de los repertorios del poder para contener, derrotar o reprimir a esos sujetos que desafían al Estado y sus políticas. El estigma, nos dice la Academia de la Lengua, genera “Desdoro, afrenta, mala fama”.
Uno de sus mejores aliados del Gobierno para crear “mala fama” a los movimientos son los medios de comunicación que por complicidad o ignorancia reproducen el discurso oficial. Y quizá no hay un movimiento tan estigmatizado en México como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
La estigmatización ha convertido a los sujetos que componen la CNTE en una banda de malos maestros, porros violentos, chantajistas o burros ignorantes como los pintan algunos caricaturistas. Se descalifica a la CNTE sin siquiera conocer el movimiento, o con ignorancia, como la mostrada por la comentarista María Amparo Casar quien le dijo a José Cárdenas que la agrupación nació en 1993. La mayoría de quienes estigmatizan a la CNTE son comentaristas liberales desde una postura clasista: es constante su desprecio por los movimientos de abajo.
Si conocieran su historia sabrían que la CNTE nació en 1979 como una corriente sindical democratizadora del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y comprometida con muchas comunidades rurales y pobres de México, por ser el origen de muchos maestros que la conforman. La CNTE practica una democracia sindical que es inexistente en la mayor parte del sindicalismo mexicano.
Se pinta a la CNTE como una banda de porros que para clases a la primera ocasión y como personas dedicadas a las protestas callejeras. Estos comentaristas deberían saber que nunca la CNTE ha convocado a una protesta o manifestación pública, sin antes agotar las instancias y negociaciones formales ante las autoridades en turno.
La descalificación contra la CNTE ocurre ahora que 32 mil maestros de Michoacán decidieron irse a paro y protestar bloqueando las vías del tren en esa Entidad. Después de años de peticiones formales y mesas de negociación, el magisterio michoacano de la sección XVIII del SNTE, decidió hacer movilizaciones de mayor impacto para exigir el Gobierno la solución de sus demandas.
Sus demandas son sensatas y justas: la exigencia de regularización del pago de sus salarios, la regularización de contratos para maestros rurales que tienen contratos temporales, presupuesto suficiente para el sistema de educación básica y para los centros de desarrollo infantil.
El conflicto escaló a este nivel y se convirtió en un tema político nacional por el desdén y negligencia del gobernador de Michoacán, el perredista Silvano Aureoles. Tan es así, que dos semanas antes de que estallara el paro magisterial, decidió irse de vacaciones doce días a Europa.
Pero en lugar de exigir al Gobierno que cumpla sus obligaciones con el magisterio y la educación de cientos de miles de estudiantes, varios comentaristas prefieren descalificar a la CNTE. La estigmatización de estos comentaristas hacia la CNTE es preocupante y peligrosa porque puede dar paso a legitimar una acción represiva.
En lugar de estigmatizar a la CNTE, se debería exigir al Gobierno de Aureoles y al Gobierno federal resolver las demandas del magisterio de Michoacán, esa sería la mejor manera de apoyar el sistema de educación pública de ese Estado y del país.