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La CDMX topa rentas, ¿Jalisco cuándo?

Voy a parafrasear a San Agustín: si me preguntan qué tan difícil y caro es rentar una casa en Guadalajara, no lo sé. Pero si intento rentarla, lo sé.

Sostengo que entre las agendas ciudadanas emergentes para el siguiente sexenio estará la exigencia de una política de acceso a la vivienda asequible para rentar o comprar. Será uno de los grandes temas junto a los desaparecidos o la seguridad.

Así como Guadalajara fue cuna de potentes activismos por la movilidad –después capturados por las burocracias naranjas–, hoy germina una nueva semilla de inconformidad y conciencia en torno a la vivienda.

Hay académicos como Max Jaramillo Molina de la UdeG que han elevado el debate con el análisis científico de datos e indicadores. La problemática se cuela cada vez más en la agenda mediática. Cada vez hay más movimientos de resistencia vecinal contra la gentrificación y la turistificación.

Tengo al menos dos casos cercanos de conocidas que en el último mes han vivido la búsqueda de casa para rentar como un evento catastrófico por lo elevado de los precios y lo alejado de sus centros de trabajo. Una vive provisionalmente en una oficina y la otra en un cuarto de nueve metros cuadrados por tres mil 300 pesos al mes en las periferias.

El Congreso de la Ciudad de México aprobó ayer una reforma a la Ley de Vivienda y el Código Civil que topa el precio de las rentas para que de un año a otro no puedan aumentar más allá de la inflación.

Significa que si pagas 6 mil pesos mensuales de renta y la inflación cerró en 4.6% como el año pasado, tu tope máximo a pagar de alquiler serían 6 mil 276 pesos.

En Jalisco una de cada cuatro viviendas es rentada (IIEG).

Un reciente análisis comparativo del académico Carlos Ruiz, basado en el Mapa Inmobiliario del IIEG, reveló el comportamiento del mercado.

Entre 2021 y 2024, el costo de la renta en colonias como Jardines del Bosque, Altamira, Bosques de la Victoria, Lomas Altas y Balcones Santa María aumentaron más del doble. En algunos casos pasaron de cinco a 11 mil mensuales.

Esta alza se registra en colonias en donde se acentúa el boom inmobiliario y los esquemas de alojamiento de corta estancia como Airbnb. Este fenómeno lo relaté en una columna reciente titulada “Ser joven, mujer e inquilina”.

Topar las rentas es apenas un paliativo para un tema mucho más complejo. Pero es un comienzo. Ojalá que el germen de la que un día fue (¿es?) la ciudad más progresista del país llegue pronto a nuestro rancho.

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