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La 4t y la arquitectura: el affaire Chapultepec

Es más que sabido que México está ahora gobernado por un régimen ilustrado. PIT II es la mejor muestra de ello, y el mismísimo don Ganso mayor también, aunque tantito menos que el gurú absoluto de la intelectualidad chaira. Se sabe, por ejemplo, que el arquitecto del régimen será Renzo Piano, junto con Andrés Casillas. El Ganso ya le puso el ojo a ciertos arquitectos del Iteso y unos pocos de la Ibero y de la Unam para hacer un Consejo 4t de la nasional arquitectura y urbanismo (que el sagaz Ganso mayor bien sabe que son lo mismo). Guillermo Sheridan será el asesor principal, junto con don Óscar Hagerman. Nos cansamos gansamos, como es ahora la expresión ya popular. Y que conste, esto es algo más que un trascendido.

Esta abierta actitud de la 4t es más que loable. Por primera vez desde el gobierno de don Porfirio y el de Obregón y Vasconcelos parece que estamos frente a un régimen verdaderamente ilustrado, no con caricaturas de Rius y el Fisgón, sino a la francesa. Qué incluyentes lucen, al convidar ahora para los asuntos arquitectónicos a puro fifí. Se rumora, por ejemplo, que se le va a dar el proyecto de Chapultepec a su autor, y quien viene trabajando el tema desde hace veinte años, Alberto Kalach, en vez de a Gabriel Orozco, gran artista, pero tantito limitado en asuntos arquitectónicos, urbanísticos, ecológicos y sociales.

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Ya un poco más en serio, la polvareda del affaire Chapultepec está lejos de aplacarse. El bosque más simbólico y sagrado del país -y que pertenece a todos los mexicanos, y sobre el que todos tenemos derecho a opinar- es un asunto crucial para veinte millones de habitantes de la megalópolis chilanga. Son 800 hectáreas, y podrían ser más, las que, en un acierto de la 4t, comprenderá en todas sus secciones el bosque.

Lo que está muy lejos de ser un acierto es la manera como se han planteado las cosas. Al frente de semejante responsabilidad se pone al muy respetable señor Gabriel Orozco, el artista más caro del país, pero quien no tiene mayor idea de la complejidad técnica, urbanística, arquitectónica, botánica y social que involucra el hacerse responsable del inmenso reto de dirigir un organismo como el bosque de Chapultepec. Es cierto que el señor Orozco podría hacer un equipo formidable para enfrentar ese reto, pero no parece ser ése, precisamente, el estilo de la 4t.

Lo que sí se puede hacer, en cambio, es convocar al equipo del arquitecto Alberto Kalach, que tiene más de veinte años estudiando minuciosamente el bosque y todas sus implicaciones multidisciplinarias, y así sumar esfuerzos para hacer que la magnífica idea de la 4t tenga posibilidades de fructificar. De otra manera, sin ser plurales y prudentes, el tema podría ser otro de los fiascos tan en boga.

Puede ser ésta una convocatoria a la concordia, a la serenidad, a la cordura y a la eficacia republicana. El bosque de Chapultepec es demasiado importante para ser dejado solamente en manos de la 4t.

jpalomar@informador.com.mx

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