Justicia electoral y la bronca de “El Bronco”
La justicia electoral tiene un problema de fondo: las leyes están tan mal hechas, pues se hacen en función de los caprichos de los partidos y las negociaciones políticas, que todo está sujeto a la interpretación. Si a eso le sumamos un Tribunal Electoral también manoseado por los partidos, lo que tenemos al final es una especie de Justicia Chimoltrufia, que como dice una cosa dice la otra.
La combinación de leyes contradictorias y un tribunal en que todos los magistrados le deben el puesto a alguien hace que el tribunal electoral sea poco comprensible, muy poco confiable y que no tenga nada que ver con la justicia. Cualquier candidato o candidata que haya tratado de engañar al Instituto Nacional Electoral enviando apoyos a partir de fotocopias o credenciales falsas debería estar fuera de la competencia electoral. Es vergonzoso que existiendo claramente una actitud dolosa de engaño lo que prevalezca para el tribunal es un cálculo de si el porcentaje de las firmas falsas que el señor presentó podrían no serlo. Los cuatro magistrados, curiosamente todos vinculados al PRI, antepusieron el criterio de que a lo mejor no todas las firmas falsas eran falsas, al del señor violó todas las reglas de juego limpio y cometió cualquier clase de fraude con tal de estar en la boleta. El INE actuó tras una revisión; el Tribunal falló a partir de un cálculo. Así de absurdo.
La interpretación política es que “El Bronco” estará en la boleta por así convenir a los intereses de un candidato o partido
La interpretación política es que “El Bronco” estará en la boleta por así convenir a los intereses de un candidato o partido. Es, parafraseando a Monsiváis, una declaración patrimonial de las reservas morales del PRI: anular la credibilidad de las instituciones electorales a cambio de poner en la boleta a un candidato, para ver si revive el propio, es tan absurdo como irresponsable. Con todo respeto, como diría ya saben quién, a estas alturas del partido el efecto “Bronco” en las campañas no va a modificar la intención de voto y difícilmente cambiará las tendencias. Lo que sí cambia es el ánimo y la confianza de los electores. La bronca no es que “El Bronco” sea candidato, la broca es la credibilidad del árbitro: en una sola jugada los priistas acabaron con el INE, que venía haciendo un buen trabajo, y con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que quedó como un simple espadachín del poder en turno. ¿Y estos son los que se quejan de que López Obrador no respeta a las instituciones?
(diego.petersen@informador.com.mx)