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Juguete “fifi”

Si aún no has manejado un auto eléctrico, deberías hacerlo. Es una de las experiencias más gratificantes que puedes tener al mando de un coche. Lo primero que se percibe es la ausencia de las vibraciones comunes en los autos de gasolina, mayores en los que usan diesel para moverse. Luego, la más excitante -que conste que hice todo mi esfuerzo por no usar el término “electrizante”- es la aceleración. Al contrario de los vehículos con motores de combustión interna, en los que hay que esperar para que la máquina llegue al momento preciso de rotaciones en el que el máximo par motor está disponible, los coches eléctricos ofrecen todo el torque de manera inmediata. Esto nos da una respuesta extraordinaria, que para encontrar algo similar que use gasolina debes ir muy arriba en potencia y, claro, en precio. Por ejemplo un Tesla Model S P100D llega a los 100 km/h sólo 0.1 segundos más lento que un Bugatti Chiron, que tiene nada menos que 1,500 caballos de fuerza. Solo que el Tesla cuesta 3 millones de pesos versus 56 millones del Bugatti.

Hay otros puntos en favor del auto eléctrico. Su silencio se agradece mucho y su uso más frecuente, algo que en este momento parece inevitable, ayudará a bajar los niveles de contaminación auditiva en las grandes ciudades. Claro, también la contaminación del aire será menor en las ciudades, aunque no necesariamente en el planeta.

Por último, pero no menos importante, está el manejo. Sus baterías en el piso ayudan mucho a bajar el centro de gravedad, lo que significa mayor estabilidad. También le otorgan mayor aplomo, esa tan placentera sensación de solidez que fuera de los eléctricos solo encontramos en autos de gran tamaño y precio, como un Lincoln Continental, por ejemplo.

No todo son flores

A México llegarán cada vez más autos que usan electricidad para moverse y es interesante estar atentos. La semana pasada Audi lanzó el e-Tron, un gran crossover que promete satisfacer a los amantes de los buenos vehículos y que usan etiqueta ecológica. En 2020 llegarán otros como el Porsche Taycan. Algunos más deben sumarse a los Tesla, al Chevrolet Bolt, al BMW i3 y al Nissan Leaf, los más conocidos en el país en este momento.

Pero aún falta mucho para que los eléctricos dominen el mundo. El primer problema que necesitaban resolver ya está casi arreglado, la autonomía, es decir, la distancia que pueden recorrer con una batería a plena carga. Los otros son más difíciles. Uno es el tiempo necesario para cargarlo. Para que tengan una idea, un Tesla Model 3, uno de los más recientes y modernos autos en su categoría, conectado a un enchufe de 110 voltios, solo logra nueve kilómetros de autonomía por cada hora de carga, es decir, son necesarias poco más de 55 horas para cargarlo desde cero. Incluso en un cargador Tesla me tocó esperar tres horas para cargar completamente una batería que aún marcaba 350 kms de rango. Como nadie quiere esperar tanto tiempo para cargar, la solución es crear la infraestructura de supercargadores, algo que toma esfuerzo, tiempo y dinero. No se trata de presión de parte de las grandes empresas petroleras, como piensan algunos, ya que esas empresas felices pondrían estaciones de carga en sus centros de servicio, ya que tienen más estructura que cualquiera para ofrecer servicios a los autos. De lo que se trata es del precio de la tecnología, que necesita bajar para que la carga realmente rápida -seis minutos es la meta- sea una realidad.

Cuando esos problemas estén más cerca de ser resueltos, la convivencia con un auto eléctrico comenzará a hacer sentido. Por ahora, son solo un juguete de ricos, o “fifi” para usar el término de moda.

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