Ideas

Jueves Santo: De lo visible a lo invisible

Este día puede tener connotaciones diferentes, pero en la mayor parte del pueblo cristiano, es el día en que conmemoramos la Cena del Señor. 

Es el día en que tradicionalmente visitamos los siete altares, y hacemos oraciones especiales en las cuales ponemos el acento en lo más hermoso, en lo que con mayor anhelo esperamos y con más interés buscamos…

No obstante, la reflexión a la cual quiero hoy invitarte, va un poco al margen, pero llega a la misma conclusión.

Lo primero que quiero decirte, que lo principal del Jueves Santo, no son las empanadas, pero sí resalta mucho la importancia del pan.

El Pan, con mayúscula, nos habla globalmente del alimento que a diario consumimos, y que es un elemento básico para nuestro ser.

Consideramos pues, que el “pan” es lo que nos sostiene y mantiene con vida…

Viéndolo humanamente desde un punto superficial y externo: quien no come, no vive. Dicho en otras palabras:

El pan es vida.

Y trasladándonos a planos superiores, tenemos que reconocer que el ser humano no es tan sólo materia. Y que su elemento espiritual necesita también de qué alimentarse para crecer y vivir, para tener energía y llegar a una plenitud.

Esto es real e indiscutible. Por eso vamos a buscar el Pan visible, que nos sirve de alimento invisible para nuestro ente espiritual.

No podemos quedarnos a medio camino, considerando tan sólo nuestro aspecto físico y natural que nos asimila a las especies inferiores que bastante conocemos y con quienes frecuentemente convivimos.

En la vida hay muchas cosas visibles, que nos abren camino y nos trasladan al ámbito de las cosas invisibles; porque como seres humanos, estamos sujetos a los sentidos para comunicarnos desde nuestra persona a lo exterior de este mundo que nos rodea, con todas esas realidades que nos envuelven…

Por eso necesitamos la vista, el oído, el tacto, el sabor, el olfato… para integrar nuestro cuerpo al conjunto de las cosas creadas.

Sin embargo, no todo se queda allí, hay muchas cosas inmateriales, que como seres espirituales, podemos acceder y conocer, muchas realidades invisibles que no siempre son fáciles, pero que a través de las cosas visibles, se nos abre camino para llegar a conocerlas, sentirlas y disfrutarlas.

Cuando entendamos, o podamos comprender esto, muchas cosas que se mueven en el corazón, en el sentimiento, en los afectos, serán mucho más comprensibles y fáciles de entender.

En esta dimensión se puede entender la relación con Dios, que no habiendo nada físico ni visible, se llega muchas veces también a través de signos visibles, de experiencias humanas, que luego nos desconciertan porque no sabemos explicar.

Es aquí, en este ámbito espiritual que sólo el ser humano puede escalar es donde se producen los milagros.

De esto tendríamos mucho que comentar, por el momento dejémonos llevar, como de la mano, por ese recorrido que hacemos a los altares guiados por una Fe limpia, sin dudas ni razonamientos, y cuando brille en el corazón, –o mejor dicho en el centro del ser- lo invisible, que humanamente no sabíamos cómo buscar, expresemos tan sólo un Gracias a Dios por dejarnos disfrutar de esa luz.

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