Jóvenes que desaparecen a jóvenes
Cinco jóvenes cargaron contra su voluntad a un sexto joven luego de sacarlo a la fuerza de un Oxxo. Los captores cruzaron la calle por el paso peatonal, a siete cuadras de la Glorieta Chapalita, mientras alguien los filmó y subió el video a redes. La víctima forcejeó inútilmente. El hecho ocurrió el 30 de mayo en Ciudad de los Niños, en Zapopan. No se supo más del caso, pero atestiguamos una desaparición “en tiempo real”.
Esa aplastante imagen sintetiza una realidad: más de la mitad de los desaparecidos en Jalisco son menores de 30 años. Sin embargo, hay un hecho poco observado en este fenómeno: muchas de esas desapariciones son cometidas por otros jóvenes. En otras palabras, jóvenes que desaparecen a jóvenes. Un aire trágico y descompuesto envuelve esta idea de una juventud canibalizada en México.
En el sexenio de Aristóteles desaparecieron dos mil 535 jóvenes entre 18 y 29 años. En la gestión de Alfaro -a cuatro años y medio- desaparecieron cuatro mil 106.
En promedio cada día este año han desaparecido siete personas en Jalisco; cuatro tenían menos de 30 años.
Confieso que observo con asombro y a veces con desconcierto cuando un veinteañero desciende de un auto deportivo, enfundado en unos tenis Balenciaga y un reloj o cadena imposibles de tasar en salarios mínimos.
Sin confrontarlos con la mirada, los observo y a menudo me pregunto cómo lograron el ascenso a la cúspide de una pirámide social injusta y desigual, y ahora montan dos o tres millones de pesos sobre cuatro ruedas.
Supongo que al final muchos eligen un camino breve, fulminante y criminal porque dudo que una beca de seis mil pesos al mes de Jóvenes Construyendo el Futuro les alcance para tomar esa ración banal de mundo que nos inflige el hiperconsumo actual.
La descripción más cercana a la psique de estos jóvenes la leí hace poco en una crónica de John Lee Anderson sobre la violencia en las favelas de Río de Janeiro. Un político y ex guerrillero marxista le explicó de esta manera la violencia entre los jóvenes:
“Es infantil, moralmente infantil, y matan como niños, además, como en un juego de guerra para niños. No tienen ni unidad ni ideología política. Si la tuvieran serían un peligro; pero por el momento no la tienen. Hoy por hoy son un grupo anárquico y entrópico de jóvenes que han ideado la forma de conseguir lo que ambicionan, que en esencia se reduce a ropa, coches y respeto”.
Ropa, coches y respeto…
jonathan.lomeli@informador.com.mx