Jóvenes, jóvenes, jóvenes
Es un tema que he venido siguiendo desde hace años: los jóvenes mexicanos. A los problemas sociales, psicológicos, familiares, físicos y fisiológicos de los jóvenes en México, hay que sumar la falta de oportunidades, los abusos, las amenazas, los riesgos a los que están expuestos, la falta de motivación y de expectativas en un entorno incierto y más bien oscuro. Es muy complejo.
Encima de todo, cargan con las generalizaciones de la simple condición de ser joven, aquí y en China, literal; y se les hace responsables por no estudiar ni trabajar. Complejísimo también como para nada más medir con tabla rasa o cortar con la misma tijera. Hace dos meses una semana, en este mismo espacio, escribí sobre el programa “JóvenesConstruyendoElFuturo; una iniciativa del todavía Presidente electo que en lo personal celebré, entre otras cosas, porque había conseguido acuerdos con los empresarios, los líderes de organismos como Coparmex, CCE, Concanaco, Concamin, quienes, unos más que otros, se habían convertido en los principales detractores de Andrés Manuel López Obrador desde hacía años, desde 2006 por lo menos. El compromiso de septiembre pasado, posterior a una reunión previa con el mismo tema y propósito, ya era una buena noticia por el cúmulo de coincidencias con respecto a la problemática juvenil, la que se refiere a sus oportunidades de estudio y de trabajo, básicas, sin duda, para resolver o atenuar o atajar a las demás.
Ayer, en una de las primeras acciones del nuevo Gobierno federal (hoy cumple una semana), se firmó el primer convenio con los empresarios para empezar a operar al programa que tiene objetivos profundos y de largo alcance. El discurso de la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján, encargada precisamente de la operación de este programa, dejó asentado que hay conocimiento de la realidad, de los diversos problemas que afectan a los jóvenes y claridad con respecto a las soluciones. Me sorprende, muy gratamente, el nivel de desempeño de la funcionaria, la más joven de todo el gabinete presidencial, y por eso, en gran medida, su conocimiento de una realidad que está agarrada con pincitas y que hay que mejorar cuanto antes.
Parecía ocioso, pero me gustó mucho y qué bueno que sí lo hicieron: la lectura de la lista de las empresas firmantes del convenio. Sorprendente también escuchar los nombres de ciertas compañías, pero qué bueno y ahora sí que ni para qué seguir recordando posturas recientes si lo que muestran ahora es un acto de generosidad, de apuesta por los jóvenes y por México, una actitud de compromiso, de cerrar filas en torno a este país maravilloso.
Creo que la diferencia es que en este caso en particular se convocó a los empresarios de otra manera, se les plantearon alternativas y posibilidades, el proyecto en sí, de una forma que no quedaba de otra más que decir que sí porque es conveniente por donde se le vea, para todos los involucrados; y con iniciativas como esta, novedosa, ingeniosa, que logró la conjunción de esfuerzos, será posible pensar en una realidad distinta para los mexicanos, mejor, sin simulaciones, sin engaños, sin promesas incumplidas.
Es alentador, y sólo espero que así siga y se cumpla como está diseñado y pensado, que entre las primeras acciones de Gobierno se considere a los jóvenes y quiero repetir aquí una frase de una lógica muy cercana a una perogrullada pero que si no se dice con todas sus letras puede pasar inadvertida: “Lo que no conquista a los jóvenes no tiene futuro”. La dijo el Dr. Juan Real Ledezma en la presentación del libro Utopía y acción de Fray Antonio Alcalde cuya edición coordinó. Así que habría que pensar en programas como este para que, como dijo la secretaria Alcalde, el futuro sea eso, futuro.
Rescato aquí una parte del discurso donde la funcionaria expresa los alcances del programa, luego de decir que si le pidieran resumir el objetivo en una sola palabra, “sería inclusión”:
“Incluir a los jóvenes del campo para que no se vean obligados a abandonar su tierra en busca de una vida mejor; incluir a los jóvenes de las regiones en las que se ha quebrado el tejido social para que no caigan en el círculo de la violencia que tanto dolor ha causado en nuestro país; incluir a las mujeres jóvenes para cerrar las brechas de ocupación y de ingreso, desigualdades que son inadmisibles que prevalezcan en pleno siglo XXI; incluir a jóvenes profesionistas que por más que se han esmerado en su formación educativa no han logrado encontrar trabajo porque les dicen que les falta experiencia laboral […]”.
Sólo en este párrafo está expresada la problemática de los jóvenes y, por lo mismo, con la certeza de que hay conocimiento, es posible pensar en que las soluciones, sin simulaciones ni maquillajes, darán resultados pronto.
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