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José Pliego Martínez, el gran urbanista, el gran ser humano

Con el arranque del año Guadalajara, Jalisco y México han perdido a uno de sus más importantes urbanistas. La pérdida es muy alta y dolorosa: Pepe Pliego deja tras de sí una legión de admiradores de su cabal y brillante ejecutoria profesional y también, señaladamente, de la bonhomía y generosidad que siempre lo caracterizaron.

La visión de Pepe siempre fue muy lúcida: sabía que a las ciudades les asiste una cuenta larga a través de la que se van forjando a sí mismas durante generaciones; y también sabía, en los momentos adecuados, establecer las condiciones técnicas y normativas para orientar el desarrollo urbano hacia sus mejores posibilidades. Nunca dejó de estudiar los fenómenos arquitectónicos y urbanos con gran disciplina y asiduidad, haciendo de cada viaje, de cada incursión en una población para él nueva, o revisitada, materia de descubrimientos y reflexiones.

Por más de medio siglo Pepe Pliego fue un protagonista de las mejores iniciativas para orientar el galopante crecimiento de la ciudad rumbo a lo racional y lo sostenible. Una muestra central en su trabajo lo constituye el Plan de Ordenamiento Territorial de la Zona Metropolitana de Guadalajara, terminado hacia 2007. A través de un amplio equipo de especialistas en distintas disciplinas urbanas quedó plasmado en ese documento la Gran Guadalajara factible y deseable, logrando conciliar el crecimiento con la indispensable consolidación y densificación de las zonas centrales.

Sus enfoques, no por ser eminentemente técnicos y rigurosos, dejaban de contemplar siempre el fondo de humanismo y belleza que a toda buena ciudad corresponde. En el caso de José Pliego, el urbanista nunca fue un simple tecnócrata, sino que fue, con toda plenitud, quien logró establecer una imagen deseable de la urbe como un conjunto de espacios y edificaciones que enaltecieran la vida de sus habitantes, con racionalidad, con lógica, con justicia. Una de sus grandes herramientas fue la sapiencia con la que supo oír los diversos puntos de vista urbanos y su atenta consideración por las preocupaciones de cualquier habitante que se le acercaba.

Guadalajara, Jalisco y todo el Occidente de México han perdido a su mayor urbanista, al decano de quienes buscan una mejor ciudad. Quede la memoria de José Pliego Martínez como la del arquitecto impecable, la del urbanista eficaz y certero, y la del hombre de una sola pieza, marido y padre ejemplar, amigo leal y constante.

jpalomar@informador.com.mx

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