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Johan Cruyff y el sueño de las “Chivas totales”

El 23 de febrero de 2012, hace casi exactamente siete años, se hacía oficial la contratación del legendario ex jugador y entrenador Johan Cruyff como asesor de Chivas.

La colaboración de Cruyff con el Guadalajara continuaba con una idea ya esbozada con la elección de Hans Westerhof como técnico en 2003 y después en 2006. Los conceptos holandeses de “Futbol Total” habían dado buenos resultados, y traer al “Papa del futbol” (como lo llamó Jorge Vergara) era llevar esa noción a sus extremas consecuencias.

Como ocurre en las relaciones más fascinantes, la atracción entre Cruyff y Vergara era tan inevitable como la separación que iba a consumarse en apenas unos meses.

Johan, hijo de un vendedor de verdura, y Jorge, el ex vendedor de carnitas, tenían las bases para entenderse. Cruyff, que en su juventud parecía salido de un cuadro de Vermeer, y Vergara, que podría haber formado parte de un mural de Diego Rivera, iban a terminar repeliéndose irremediablemente.

Cruyff se definía como “un hombre de Amsterdam que dice las cosas como son”. No importa si se trataba de negociar su contrato o lograr bautizar a su hijo con un nombre catalán bajo un régimen franquista, el holandés casi siempre terminaba imponiendo su voluntad con argumentos.

Cruyff no sólo era seguro de sí, tenía la ironía afilada de las mentes brillantes, y personajes tan asertivos no duran mucho en la órbita de Jorge Vergara.

Como entrenador, al holandés le tomó cuatro años hacer que el Barcelona alcanzara su máximo potencial. Le pidió dos años a Jorge Vergara, y al final obtuvo sólo 10 meses. Su distanciamiento del Guadalajara se hizo oficial en diciembre, luego de que Chivas cayera en Cuartos de Final ante Toluca.

Curioso por naturaleza, Cruyff tenía una visión realmente global del futbol, y no sólo en lo que respecta a la táctica. Cuando era entrenador acostumbraba entrar con los jugadores lesionados al quirófano. Durante su etapa como jugador en Estados Unidos se interesó por conocer los modelos de gestión de la NFL y la MLB.

A pesar de ser reconocido por sus conceptos teóricos, que dieron origen al “Futbol Total”, Cruyff prestaba considerable atención a los aspectos más humildes del futbol. Creía que los jugadores debían limpiar sus propios zapatos y parecía obsesionado con el campo de juego.

Afirmaba que la diferencia entre el pasto sudamericano y el europeo fue la clave en la victoria holandesa sobre Brasil en el Mundial de 1974 y cuando pasó al futbol de Estados Unidos se decidió por los Aztecs de Los Ángeles porque tenían una cancha de pasto natural. No es una sorpresa que su legado más tangible en Chivas sea el haber convencido a Jorge Vergara de cambiar la cancha sintética del estadio rojiblanco por una de césped natural.

La mente de Cruyff era capaz de conciliar los opuestos. Sabía que en esencia el futbol es geometría, una cuestión de manejo del espacio, pero al mismo tiempo entendía que el secreto del éxito es emocional, y consiste en darle a los aficionados exactamente lo que desean ver en el campo de juego.

“Es imposible que yo, un holandés, llegue a Inglaterra o Italia y me ponga a jugar al futbol como a mí me gusta. No, tienes que jugar como quiera el público. El público debe acudir al estadio y el estadio tiene que llenarse”, escribió en su autobiografía, publicada unos meses antes de su muerte.

Cómo habría interpretado una de las mentes más brillantes del futbol la tradición del Guadalajara es una de esas preguntas que quedan irresueltas para siempre, suspendidas, tentándonos insistentemente con su misterio.

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