Ideas

Jardines del Bosque como una pieza de arte contemporáneo

El fraccionamiento Jardines del Bosque de Guadalajara es una pieza urbana de la que cualquier ciudad se sentiría orgullosa. Pero aquí no pasa eso y el desarrollo está muy maltratado. Como se sabe bien, es obra del arquitecto Luis Barragán (con el ingeniero Yves Palomar como asociado local) y data de 1955-1956. Cumplió recientemente sesenta años.

Repasemos sus principales elementos: un bosque de gigantes –eucaliptos– (el de Santa Eduviges) dentro del que fue preciso conservar la mayor parte de ejemplares posibles. De allí las giganteras de la Avenida Arboledas y del Parque de las Estrellas, la del arroyo que corre al norte del fraccionamiento, el esfuerzo por hacer que los compradores conservaran dentro de sus lotes la mayor cantidad posible de árboles. Todo esto ha sido prácticamente diezmado por plagas y descuidos.

La composición del ingreso principal de la Avenida Arcos e Inglaterra: una plaza con el Pájaro Anaranjado (color original) de Mathias Goeritz y LB, con un pavimento estupendo y un muro que se continuaba por decenas de metros hacia oriente y poniente, paralelo a las vías del ferrocarril; una tensión de continuidad rumbo al sur que unía la plaza con una gran glorieta provista de una fuente monumental, corazón de la composición rodeada de más gigantes y edificios mixtos y armónicos; después la progresión rumbo a los parques frente a la extraordinaria Parroquia del Calvario; el remate en la glorieta de Abastos.

De oriente a poniente, el camellón de la Avenida Niños Héroes, una larguísima arboleda exclusivamente de jacarandas: para los que nos acordamos constituía, caminar por ella en cuaresma, una experiencia inolvidable. Luego, mucha arquitectura muy notable de la que en aquellos años fueron responsables los más destacados arquitectos de Guadalajara: Villa Chávez, De Alba, Nafarrate, Castiello, Zohn y un largo etcétera, los que entendieron el espíritu general de Barragán.

Total: una joya, un desarrollo ejemplar y que servía de muestra para el resto de la ciudad. Ahora repasemos brevemente lo que luego pasó:

Los gigantes están casi extintos, el Paseo de la Arboleda desfigurado, al igual que el Parque de las Estrellas en donde la Capilla Abierta, pieza excepcional de Barragán, fue majaderamente retacada con una oficina del Registro Civil. La plaza del Pájaro destruida y los terrenos de donación adyacentes a lo largo de la vía “regalados” por el Gobierno a particulares (colegio, súper, etcétera) con el muro largo demolido; la glorieta con la fuente cercenada y la misma fuente “restaurada” con ineptitud, los gigantes de alrededor talados y nunca sustituidos, los pavimentos originales borrados. La parroquia del Calvario seriamente desfigurada, y los Arcos mochos de Sebastián como remate desescalado y grotesco.

El camellón de Niños Héroes fue desnaturalizado con especies inapropiadas. Los usos de suelo profundamente alterados por los propietarios y la connivencia de las autoridades, la arquitectura valiosa en su mayor parte desfigurada. Total: un desastre para una obra debida al mayor arquitecto de este país. Una vergüenza.

En cualquier ciudad civilizada esa pieza urbana estaría impecable y celosamente cuidada para gozo de propios y extraños. Pero no todo está perdido: actualmente el Ayuntamiento de Guadalajara a través de su Dirección de Espacios Públicos recupera en lo que cabe el Parque de las Estrellas con todo y la capilla abierta: Bravo. Ahora, falta mucho por hacer. Los colonos, las autoridades municipales, el INBA, la Secretaría de Cultura, la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán etcétera, pueden unir esfuerzos para rescatar un conjunto urbano de relevancia mundial. Una pieza única en el campo general del arte contemporáneo. Vamos a ver...

jpalomar@informador.com.mx

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