Jalisco, el Estado de los seis homicidios diarios
Si algo nos ha enseñado la historia reciente de Jalisco es que hay dos tipos de políticos: lo que sonríen y prometen cuando están en campaña y los que gruñen, gritan e insultan cuando, ya en el poder, se les exhibe porque no pueden o no quieren hacerse cargo de lo que ellos mismos prometieron durante la jornada de sonrisas.
Los que, en temporada de abrazos, afirman que, si un gobierno no puede garantizar la seguridad de las y los ciudadanos, éste no tiene razón de ser. Y los que, ya en la silla desde la cual se dan las órdenes, presumen que están “sus” datos, pero ignoran “los” datos.
Esta semana se hizo un análisis de las víctimas de homicidios dolosos que se han registrado en el Jalisco de la Refundación desde que inició la administración, en diciembre de 2018, y hasta el corte más reciente: abril de 2023.
La cifra es aterradora: 10 mil 643 víctimas. Un promedio sostenido de 200 al mes, o para aterrizarlo aún más, una cada cuatro horas.
La información es real. Un análisis a los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revela que nuestra Entidad ocupa la cuarta posición nacional debido a la cifra de personas que han sido asesinadas de manera dolosa en los últimos 53 meses. Para descargo de aquellos a quienes molesta exponer “los” datos: en Guanajuato, Baja California y el Estado de México matan a más.
La realidad es que 7 de cada 100 asesinatos cometidos a escala nacional ocurrieron en Jalisco durante las administraciones de Enrique Alfaro y Andrés Manuel López Obrador. Esas son las cifras de la Federación, las mismas que cada Estado comparte al Secretariado y que hoy le significan “información manipulada” a nuestro gobernador.
En un Estado de Derecho donde la libertad de expresión y de prensa están garantizadas, que un mandatario estatal califique como “inmorales, sin escrúpulos, difamadores y carentes de ética” a quienes narran la verdad debería ser un escándalo. Pero en el Jalisco de la Refundación, esas perlas ya son habituales.
Por eso mismo es que el Gobierno de Jalisco decidió cancelar las “regañeras” semanales que mostraban la vena autoritaria de quien antes sonreía y hoy manda al diablo a los medios que, según sus palabras, quieren que le vaya mal a Jalisco.
Porque sí hay una diferencia abismal entre “sus” datos y “los” datos. En campaña, regresar la seguridad a Jalisco era la promesa base. Aunque en los primeros meses, la escalada de violencia ya era responsabilidad de la Federación porque, de nuevo, citando a los grandes, “se matan entre ellos”, en una clara alusión a los miembros de la delincuencia organizada. Hoy, los indicadores van a la baja por el gran esfuerzo que se hace y quien diga lo contrario es un desestabilizador de proyectos.
Semana con semana, las historias de terror en el Estado son tantas que no habría diario, estación de radio o televisora que pueda contarlas todas. Sólo esta semana se dio cuenta del arresto de tres jóvenes. Tienen 24, 21 y 17 años, y están detenidos por haber secuestrado y llevado a una persona a una casa de tortura en San Agustín, municipio de Tlajomulco.
El hecho ocurrió este 16 de mayo. La víctima fue obligada a bajar de su camioneta y empujada a entrar a la vivienda. Hubo testigos y el hecho se reportó. Cuando la Guardia Nacional llegó al sitio, un hombre entró corriendo. Los oficiales escucharon los gritos de una mujer y, al haber flagrancia, forzaron su entrada.
Adentro hallaron a la víctima, detuvieron a los tres sospechosos y, en la inspección, localizaron bolsas con partes de un hombre, armas de fuego, esposas, equipo de protección, cargadores e insignias de un cártel.
Sí: las historias de muerte existen. No podemos esconderlas porque hay daños colaterales grandísimos en cada asesinato, en cada desaparición. La familia, los amigos, el círculo laboral. Todo se trastoca y enluta a decenas.
Minimizar los homicidios, la búsqueda de desaparecidos, los gritos de auxilio, las protestas, no son sino la cruda realidad que trata de ocultar la mancha que ha dejado la violencia en cada espacio de nuestra Entidad. Y cada espacio es eso: porque incluso ha ocurrido en la misma acera en la que vive el gobernador, el mismo que a capa y espada defenderá siempre “sus” datos… aunque eso implique mandar al carajo la tragedia y el luto de 10 mil 643 familias que hoy están incompletas.
“Sus” datos y “los” datos. El dilema de un Estado en donde, según las cifras oficiales, se ha cometido un asesinato cada cuatro horas desde que Alfaro protestó y prometió cambiar la historia de Jalisco.