Ideas

A la consulta digo No

En los últimos días, varias y varios colegas columnistas han argumentado sus motivos del porqué irán o no a votar el próximo domingo en la llamada, desde el oficialismo cuatroteísta, consulta por la revocación de mandato del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

En mi caso, que voté en el 2006, en el 2012 y en el 2018 por AMLO y que inicialmente había pensado acudir a las urnas y en la boleta mostrar mi desacuerdo con los rasgos autoritarios que asoman cada vez con más frecuencia en lo que va de su gestión presidencial, he decidido finalmente no participar.

En primer lugar, porque como lo comenté ayer, lo del domingo próximo no será en realidad una verdadera consulta de revocación de mandato sino más bien un acto propagandístico para resaltar la popularidad de un Presidente, que se ha dedicado más a continuar en campaña que a gobernar y atender los graves problemas del país.

Me abstendré de votar por la terminación anticipada del gobierno de López Obrador porque la buena y progresista idea de incluir en la Constitución esta figura de avanzada de participación social, se degeneró desde el inició al no respetar la no retroactividad de una reforma y utilizarla a conveniencia.

Las auténticas consultas de revocación nacen y se impulsan desde una ciudadanía o una oposición inconforme con un gobierno.

Cuando viene desde el poder y su instrumentación se da plagada de irregularidades (redacción tramposa de la pregunta, recolección irregular de firmas con falsificaciones y registro de votantes muertos, violación de la veda electoral por parte de funcionarios al promoverla e incluso mandar un decreto para librar la irregularidad, uso de recursos públicos incluido un avión de la Guardia Nacional, etc.) se pudre.

Más aún cuando esta consulta popular tiene dobles intenciones. Como la de usarla como arma contra el Instituto Nacional Electoral (INE) y escalar los ataques que desde principios del sexenio se han hecho contra las y los consejeros electorales para minar su credibilidad y hacerse de una autoridad electoral a modo. Por eso, primero les recortaron el presupuesto y luego los acusaron de no colocar las suficientes urnas por querer, según ellos, sabotear el ejercicio y a la “democracia”.

Sin duda, otra de las verdaderas finalidades de la consulta de revocación orquestada desde el gobierno de la autollamada cuarta transformación es hacer una prueba para saber cómo anda el poder de movilización de Morena y sus aliados de cara a las elecciones de este año y a las presidenciales del 2024.

Se trata, pues, de una consulta para una ratificación de mandato panfletaria y no de una genuina consulta de revocación de mandato, en la que no vale la pena participar ni se justifican los más de mil 700 millones de pesos que en ella se dilapidaron.

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