Invirtiendo la fórmula de la migración
Como he dicho en muchas ocasiones, los cambios de contexto implican cambios en las condiciones. A lo largo de los años hemos visto muchos cambios que en su momento habríamos pensado imposibles; tasas de interés nominales en cero, cambios en la forma de trabajar, telesalud, crypto monedas. Aun cuando el cambio es una constante en nuestras vidas, hay una resistencia innata de los seres humanos de aceptarlos.
Uno de esos temas que de hecho ya mutó, es la disposición de Estados Unidos frente a la migración. Este no es un tema sólo de políticos republicanos. Por décadas, EU ha sido uno de los mayores receptores de migración del mundo, tanto legal como ilegal.
Al punto que se crearon mitos y narrativas en el inconsciente global del sueño americano, del melting pot y el país de inmigrantes. No se puede tener una expectativa indefinida que siempre sea un país proinmigración, porque en sus orígenes hace 300 años así lo era, en otro contexto, con otra composición demográfica y otras necesidades.
Debido a la creciente capacidad de movilidad de las personas, las crisis constantes en América Latina, EU se ha visto en las últimas décadas rebasado en su capacidad de gestionar esta inmigración. Por ejemplo, las personas que entraron de Haití hace un par de meses, a un pueblo fronterizo en el Estado de Texas en un lapso de horas, superaban el 50% de la población total. No es sostenible.
Esto me lleva a pensar en dos experimentos. El primero, pensando en quiénes sufren las consecuencias de esta migración y por otro quiénes las causan. Las personas que migran son las primeras afectadas, dejando sus familias, sus vidas, emprendiendo viajes muy peligrosos, en ocasiones salvarse de la violencia y en otras de la pobreza extrema. Los siguientes afectados son los receptores de la migración, vemos ahora tristes escenas en algunos países de América Latina, en pueblos fronterizos de EU y México, miles de personas viviendo en carpas tomando control de espacios públicos lo que ha generado presión social en las sociedades receptoras de migración que puede detonar en más violencia e inseguridad a nivel local.
En el otro lado de la moneda están quiénes la causan. Si analizamos países que expulsan migrantes en América Latina, podemos identificar claramente la gestión pública de algunos liderazgos que ha tenido una repercusión directa en mayores niveles de inseguridad y pobreza. Ejemplos: Venezuela, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México. Gobiernos irresponsables han tenido una consecuencia directa en la expulsión de sus ciudadanos. ¿Por qué no hacerlos a ellos responsables de esta migración con consecuencias directas de parte de la comunidad internacional? En los últimos años más de cinco millones de venezolanos han abandonado su país. Y ahora se le une Nicaragua. ¿A qué se deben estas emigraciones masivas?
El segundo experimento es más extremo. Las personas migran porque buscan seguridad, trabajo digno y respeto a las leyes. Como dice AMLO, lo hacen por necesidad no por gusto. Preferirían quedarse en sus países. Por otro lado las naciones receptoras de migración incluyendo Estados Unidos, cada día la restringen más. Entonces, ¿Qué tal una consulta popular (ahora que están de moda) donde las personas votan mayor presencia y autoridad de EU u otras naciones en sus países para que, con inteligencia y otras técnicas ayuden a disminuir, por ejemplo, la criminalidad? ¿Es plausible?
Se habla mucho de acabar con las causas de la migración. Pero poco se dice que estas no se van a resolver con más recursos de la cooperación. Las fuentes tienen que ver con sistemas políticos, corrupción, impunidad y cultura. No es por más dinero en un país que de pronto acabaran estas causas. ¿Cuál sería la fórmula para acabar con estas a la velocidad que demandan las circunstancias?