Inteligencia
Una lectura recomendable para cerrar el año es El arte de la prudencia, de Baltasar Gracián, miembro distinguido de la Compañía de Jesús durante el siglo XVII. Publicado en 1647, se trata de un libro que resiste la prueba del tiempo ―aunque el estilo es totalmente barroco.
Gracián, resume en trescientas frases cortas o aforismos la sabiduría práctica necesaria para enfrentar los retos de un mundo competitivo. Parte de la premisa de que todos somos dueños de nuestro destino y que nuestra actitud determina nuestra suerte.
Llama la atención cómo un libro escrito hace más de 350 años, es a la vez perfectamente contemporáneo: de hecho, toca algunos de los valores y cualidades que hemos establecido en nuestro grupo de empresas, como honestidad, generosidad y pasión por la excelencia.
No obstante, decidí hablar de él en este espacio en tanto desarrolla extensamente una de esas cualidades que valoramos: la inteligencia. Directa o indirectamente, el libro está impregnado de referencias a ella. Para Gracián, la prudencia es una forma refinada de inteligencia.
Para animar a la lectura, transcribo tres de los primeros aforismos del libro, con su numeración original:
2 Carácter e inteligencia: los dos polos para lucir las cualidades; uno sin otro es media buena suerte. No basta ser inteligente, se precisa la predisposición del carácter. La mala suerte del necio es errar la vocación en el estado, la ocupación, la vecindad y los amigos.
4 El saber y el valor contribuyen conjuntamente a la grandeza. Hacen al hombre inmortal porque ellos lo son. Tanto es uno cuanto sabe, y el sabio todo lo puede. Un hombre sin conocimientos es un mundo a oscuras. Es necesario tener ojos y manos, es decir, juicio y fortaleza. Sin valor es estéril la sabiduría.
11 Tratar con quien se pueda aprender. El trato amigable debe ser una escuela de erudición; y la conversación, una enseñanza culta. Hay que hacer de los amigos maestros y compenetrar lo útil del aprendizaje con lo gustoso de la conversación. Debe alternarse el placer con los entendidos, pues así se disfruta lo que se dice con el aplauso con que se recibe, y se disfruta lo que se oye con la enseñanza. […] El prudente frecuenta las casas de los hombres eminentes, pues son escenarios de grandeza más que palacios de la vanidad. Hay señores reputados de prudentes que son oráculos de toda grandeza con su ejemplo y en su trato. Pero, además, el grupo de sus acompañantes es una cortesana academia de sensatez, tacto e ingenio.
En fin, Baltasar Gracián nos regala una definición de inteligencia aplicada a la vida cotidiana que resiste la prueba del tiempo. En momentos tan complicados y ante la escasez de grandes hombres, vale la pena repasar sus ideas a través de sus libros. Les dejo para terminar otra de sus reflexiones. Espero que la disfruten tanto como yo.
“Estar en el culmen de la perfección. No se nace hecho. Cada día uno se va perfeccionando en lo personal y en lo laboral, hasta llegar al punto más alto, la plenitud de cualidades, a la eminencia. Esto se conoce en lo más elevado del gusto, en la pureza de la inteligencia, en lo maduro del juicio, en la limpieza de la voluntad. Algunos nunca llegan a ser cabales, siempre les falta algo; otros tardan en hacerse. El hombre consumado, sabio en dichos, cuerdo en hechos, es admitido, e incluso deseado, en el grupo singular de los discretos”.
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