Instructivo para sobrevivir a la 4T
Hay tres actitudes ante el régimen actual y una cuarta necesaria.
1. La primera consiste en la militancia, formal o informal, sin términos medios: la 4T siempre tiene razón, y cualquiera puede tenerla si se baña en el río del obradorismo y sus purificadoras aguas bautismales.
La idea de estar “del lado correcto de la historia” justifica cualquier pantano y lo convierte en un jardín florido.
2. La segunda consiste en ofrecer un apoyo crítico a la 4T. Entran aquí algunos periodistas, intelectuales y analistas de izquierda.
Parten de una consciencia: la desigualdad social generada por el neoliberalismo y sus diversas máscaras como la lucha anticorrupción, las autonomías, el respeto a la ley (interpretada a mi favor) y la justificación de privilegios.
La necesidad de creer aparece como una tensión entre el utopismo y el pragmatismo. Esta postura ideológicamente es un campo difícil de transitar sin contradicciones.
3. La tercera postura es igualmente dogmática, pero en el polo opuesto: la 4T nunca tiene razón. Bajo ningún criterio la 4T puede “no equivocarse”. Nada bueno surge del obradorismo salvo la “autocracia”, la “deriva autoritaria”, la “demolición de las instituciones”, etc.
En esta última postura se ubica la oposición. El dogma morenista y el dogma antimorenista. Son dos extremos incapaces de tocarse.
El “debate” en el Senado para aprobar la reforma judicial ejemplifica lo que ocurre cuando se confrontan dos milenarismos: la salvación versus el apocalipsis. De un lado, las trompetas del Juicio Final; del otro, el Advenimiento del Redentor.
Lilly Téllez y Fernández Noroña encarnan la caricatura de esas dos ideologías radicales. No es gratuito que el inconsciente colectivo los haya convertido en un meme que los reconcilia románticamente. Los extremos se tocan: el deseo irónico del fin de la polarización.
4. La oposición debe ensayar una cuarta postura si quiere sobrevivir el siguiente sexenio: abandonar el extremo en que se ubica y conceder que Morena puede tener una parte de la razón.
Y luego negociar lo menos por lo más apegados a un plan. La clave se las dio el propio Presidente, a propósito de la aprobación de la reforma judicial y su alianza con los Yunes: “En política siempre hay que optar entre inconvenientes, es buscar el equilibrio entre la eficacia y los principios”.
La oposición ha sido todo en este sexenio excepto eficaz. Si sólo apela a su superioridad moral, sin optar por inconvenientes, repetirá seis años la misma historia.