Insistir en lamentarse
¿Acaso te sigues quejando por lo que te sucede? El espíritu Indomable, que no se deja doblegar por las tragedias cotidianas, va vivir mejor y más años, que aquellos que viven reaccionando mal, de todo lo que acontece a su alrededor y que no les parece.
Los filósofos estoicos, subrayaban que cuenta más la manera en la que tomas las cosas y la actitud que tienes, que los mismos problemas en sí.
Hasta la salud mental se deteriora más, en la medida en que te la pasas molesto e irritable con lo que no estás de acuerdo, en vez de aceptarlo de buena gana y fluir con el mundo, en mejor plan.
Finalmente se trata de no ser esclavos de lo que sucede externamente a ti, en vez de empeñarte por escuchar más tu interior, que pasarte molesto muchas horas de tu vida por lo que dicen o hacen los demás.
Ni ser víctima, ni quejumbroso. Mucho menos desquitarse con los que te rodean, sólo porque estás de mal humor o te desagradan.
El estrechar tus buenos pensamientos, aclamar lo bueno de ti, sacudirte la basura y asear tus emociones, debe ser una disciplina, casi obligada, para no quedarte enlodado en tus ilustres llantos de inconsolable víctima.
Suceda lo que suceda, sigue adelante, con la cabeza en alto, con tu incipiente optimismo; pero al fin y al cabo sacando lo mejor de ti y no la pus de tu conciencia.
No necesitas mucho para secar las lágrimas y el orgullo de un ego gruñón, sólo tienes que proponerte eliminar toda idea de mala suerte y de un destino fatal, para hacerte responsable de tu actual situación y optar por pasarte un día feliz y no estar esperando que llegue, como la fortuna, a tocar la puerta de tu corazón, para que hoy descubras lo bien que puedes estar, sin estarte lamentando.