Infraestructuras públicas: dudas sobre el Planetario
Es normal, y saludable, que los habitantes de la ciudad estén al pendiente de lo que pasa o puede pasar en sus contextos urbanos. Es todo su derecho cuestionar, analizar la información veraz y oportuna proporcionada por las autoridades sobre las intervenciones proyectadas. Y lograr que la inserción de una nueva infraestructura pública en la cercanía de su hábitat se haga de manera cuidadosa, racional y ordenada. Que los diversos posibles impactos sean previstos, controlados, resueltos eficazmente.
Lejos de constituir un perjuicio, o un riesgo, estas actuaciones deben mejorar los ámbitos inmediatos. Esto lo disponen expresamente los ordenamientos legales: cualquier actuación arquitectónica y urbana debe, objetivamente, ser una contribución positiva a la ciudad, a los contextos concernidos. Caso por caso.
Determinar y demostrar lo anterior es una obligación de la autoridad. Y, a partir de la en general afortunada democratización de los modos de gobernar, y de la creciente y deseable participación de la sociedad, los asuntos citadinos se deben socializar eficazmente para construir consensos, ajustes en la intervenciones cuando vienen al caso, convencimiento razonado y razonable entre la ciudadanía concernida. De más está decir el contraste que esta situación tiene contra la manera vertical y terminante que por muchos decenios determinó obras y acciones urbanísticas en Guadalajara.
El asunto del Planetario debería ajustarse a las anteriores consideraciones. Hasta donde se ha informado, se han hecho algunos esfuerzos de socialización, que parecen no ser todavía suficientes. Algunos de los habitantes quieren un parque, y por lo pronto rechazan el Planetario. A estas alturas, es comprensible. La posible solución, el acuerdo social, podría ser alcanzada por la adecuada combinación de estos dos usos, que bien pueden ser complementarios.
El terreno donde se pretende construir el Planetario es extenso. Dos de sus frentes, norte y oriente (las calles Carlos Pereira y Manuel Gutiérrez Nájera), dan a casas habitación. Hacia el poniente da a instalaciones oficiales. Y hacia el sur, hacia la avenida Normalistas, vialidad con una amplia sección y transporte público. Además, la cercanía de la futura estación del tren ligero asegura un sencillo acceso para la población en general.
De lo anterior se desprende que existen los elementos para conservar la tranquilidad de la zona habitacional y dotar al vecindario de un muy buen parque que podría rodear y complementarse convenientemente con el Planetario. Los recientes ejemplos internacionales de punta en estas instalaciones demuestran que su huella no tiene necesariamente que ser muy extensa, y su impacto puede ser mesurado. Sin tener aún conocimiento detallado del proyecto oficial, parece factible limitar los impactos (como accesos generales de público y automotores por Normalistas, accesos vecinales por los otros frentes; reglamentación estricta para evitar el ambulantaje, vigilancia adecuada).
Es razonable que las dudas aún persistan entre los vecinos, que el proyecto se analice puntualmente y con objetividad, y que en su caso sea ajustado y mejorado. Para que el Planetario, una benéfica obra que puede ser favorable para todos los habitantes de la ciudad, para niños y estudiantes, para el turismo nacional y extranjero tengan en esta opción una alternativa de educación y recreo. Un parque que contenga al Planetario, que sea también un beneficio directo para los vecindarios inmediatos, podría ser el acuerdo, la solución. Y que las dudas sean efectivamente resueltas.
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