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Inés Rodríguez: Una excelente batuta

A cambio de un programa descafeinado, desprovisto de alguna obra de repertorio, atractiva para los melómanos, el cuarto programa de la Primera Temporada 2024 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), la noche del jueves en el Teatro Degollado, ofreció la revelación de la joven directora tamaulipeca Inés Rodríguez como una excelente batuta: algo digno de celebrarse; un ejemplo más de cómo las mujeres ganan terreno en una esfera del arte y de la vida que hasta hace relativamente pocos años les estuvo vedada.

Sobria, eficiente, segura de sí misma, precisa en las entradas, Inés Rodríguez, preparada en México, Estados Unidos y la República Checa, y actual directora de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, dejó constancia de su capacidad para leer partituras complicadas y para transmitirlas tanto a los músicos como al público.

La entrada fue de dos terceras partes de la sala. El programa se armó con cuatro obras de compositores mexicanos.
La “Obertura Colonial”, de Armando Lavalle (1924-1994), brillante, rítmica y colorida, con profusión de alientos metales y percusiones, tiene más de la buena música de banda mexicana, que de los temas coloniales que ofrece el título.

“Huaxyacac”, de Dora Vera (1968), elaborada en 2020 por encargo del Ayuntamiento de Oaxaca, es una colcha de parches: una pedacera de melodías reconocibles, hilvanadas por una sucesión de sonoridades extrañas e inconexas. La presencia de la compositora en la sala levantó un poco, en nombre de la cortesía, las tibias palmas con que respondió la concurrencia.

“La Ofrenda”, de José M. Vázquez (1096-1961), según el programa de mano, es una suite de ballet basado en un “poema azteca” de Manuel M. Bermejo, con una destacada participación de las percusiones y un par de pasajes especialmente agradables, aunque breves: un diálogo del concertino, primero con el arpa y después con los alientos maderas, y otro a cargo del órgano, que hizo recordar un poco a Berlioz, Poulenc o Holtz.

Carlos Chávez (1899-1968) hizo más historia como director que como compositor. Su suite “Caballos de Vapor” cerró la velada. Salvo la brillante “Sandunga” con que culmina, poco o nada ofreció que acariciara el oído o se quedara en la memoria.
El programa, como de costumbre, se repite este domingo, a partir de las 12:30 horas, en la misma sala.

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