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Incendios: el aire que respiramos

Los últimos días estuvieron “pasados bajo fuego”, literalmente. Se presentaron tres incendios en diferentes áreas del Bosque La Primavera, y para amanecer ayer lunes otro, pero éste con aroma de basura chamuscada en el vertedero de Los Laureles, que activó una contingencia por contaminación en Tonalá y El Salto, extendida más tarde a San Pedro Tlaquepaque. El fuego, estiman en la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos, será controlado hasta bien entrado el martes, en el mejor de los casos.

De los incendios en La Primavera hay que decir que no son los primeros del año. Ya van 18. Y lo peor es que se trata de algo “normal”. Ocurren durante la temporada de estiaje. Y no hay manera de revertir esto porque algunas iniciativas que se repiten, aunque más para el impacto mediático, retoman cuestiones como prohibir la entrada de paseantes o invertir recursos para expropiar la mayor parte posible del bosque que tanto le importa a la ciudad, pero que tan escasos beneficios recibe de la urbe.

Pero los incendios irremediables que en esta temporada exhiben nuestras erráticas políticas públicas para garantizar condiciones ecológicas aceptables, también son útiles como referentes para checar cuál es la calidad del aire que respiramos en la zona conurbada, no importa si se trata de colonias acaudaladas o zonas populares con carencias evidentes.

¿Cuál es la respuesta? Pues tenemos una calidad de aire que va de regular a mala en la mayor parte del año, especialmente durante el invierno, con las inversiones térmicas.

De acuerdo con información oficial de la Secretaría de Medio Ambiente, los incendios forestales ni siquiera son tan dañinos. La razón es esta: “Las concentraciones (de humo) son fluctuantes y de gran altura, por lo que no se registran en el monitoreo regular. Para estos siniestros, con el fin de proteger a la población se hacen modelaciones de la dispersión de los contaminantes con programas especializados para generar medidas inmediatas de protección a la salud, lo que determina la activación de alerta o emergencia atmosférica”.

Es un lenguaje muy técnico. Pero si Usted revisa los resultados de las 10 estaciones de monitoreo que están instaladas en la ciudad, se encontrará que la calidad del aire, con todo y el incendio en el basurero de Los Laureles, era regular durante la noche. En palabras más llanas: el aire se lleva el humo y listo. Todos contentos.

Pero no podemos engañarnos… las 10 estaciones de monitoreo están ahí desde 1996: 23 años. ¿Cuál es la innovación más reciente que han visto los jaliscienses? Únicamente la compra de un par de automóviles equipados con instrumentos de monitoreo, operados por el Gobierno de Tlajomulco. Es todo el esfuerzo que se ha hecho para la segunda ciudad más poblada del país, y de paso, la que tiene el mayor promedio de automóviles por persona.

Durante el pasado Gobierno de Aristóteles Sandoval, habían apartado 20 millones de pesos (una bicoca, si consideramos el tema) para comprar el equipo de nuevas estaciones de monitoreo, pero están tan viejas que todo el dinero se gastó en darles mantenimiento. Dejaron el encarguito para “la administración siguiente”, o sea ya.

¿Ya hay proyecto, o seguiremos dejando el pendiente para después, esperanzados en que haga aire y llueva? 

 jonasn80@gmail.com / @JonasJAL
 

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