Ideas

Ilusiones

William Shakespeare es autor de una frase que, en lo personal, me encanta: “Somos del mismo material del que se tejen los sueños”, y, ¿qué son los sueños sino las ilusiones? Y ¿quién puede vivir sin fantasías, aspiraciones o sin enamorarse de un proyecto o de una persona? La respuesta es obvia: nadie. La tranquilidad de la familia, recuperar la salud para el enfermo, ver crecer a los hijos, reunirse con los amigos, encontrarse con los compañeros, acariciar la piel de la persona amada, viajar, alcanzar el éxito profesional o adquirir aquellas cosas que causan satisfacción o alegría (frecuentemente bagatelas). En fin, hay tantas pequeñeces que nos llenan de felicidad y, sin embargo, algunas veces nos extraviamos en la oscuridad de nuestras confusiones y no comprendemos que lo realmente valioso es la vida, entendida como el más maravilloso privilegio que hemos recibido.

La pandemia dejó experiencias importantes en cada uno de nosotros: pérdidas de familiares, amigos y conocidos, complicaciones económicas, quiebras, ausencias, recuerdos amargos y una vaga sensación de incertidumbre. Sin embargo, gracias a ella, tuvimos tiempo para observar, pensar, reflexionar y descubrir muchos problemas o conflictos que yacían, o yacen, debajo del tejido social, incluso en nosotros mismos, y que debemos superar para alcanzar mayores niveles de bienestar. Aprendimos, además, a valorar a las personas con quienes compartimos la ciudad, reforzamos nuestra identidad y sentido de pertenencia: tomamos conciencia del “yo” y del “nosotros”. Sí, las crisis traen consigo contratiempos desagradables o dolorosos, pero también son oportunidad de crecimiento, pues ayudan a madurar individual y colectivamente.

Parece que la tormenta ha pasado: es, pues, momento de renovar nuestro espíritu y llenarlo con nuevas ilusiones. Hay que retomar los sueños interrumpidos, reiniciar los que valen la pena y desechar aquellos que, vistos en retrospectiva, no tiene sentido conservar. Es tiempo de reaprender y reinventarnos con una visión más amplia y solidaria de la vida. Resulta importante recuperar nuestra capacidad para percibir y emocionarnos con un amanecer, con el aire que refresca nuestros rostros o con el calor de nuestros cuerpos. El mundo está hecho de sensaciones; no debemos inhibirlas. Reinterpretando a Descartes, “Siento, luego existo”.

Hoy, de cara al espejo, debemos preguntarnos cómo y qué hacer para mejorar el mundo, comprometernos a ser mejores seres humanos, más justos, más sensibles y más solidarios. Hay tantas razones por las que debemos procurar entendernos que resulta absurdo perder el tiempo en discusiones y disputas estériles. Las personas más felices son aquellas que no aspiran a lo que los vecinos tienen porque agradecen lo que sí poseen.

Los meses por venir serán difíciles, por lo que, especialmente desde ahora, debemos tener cuidado con los falsos profetas. No debemos caer en el pantano de las promesas que, de antemano, sabemos no se cumplirán. Nosotros somos los únicos responsables de nuestro destino. En la vida hay que luchar por lo que queremos. El futuro nos pertenece y está en nuestras manos.

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