Idealizar a las personas
Existe un fenómeno social muy frecuente, en el que se le atribuyen facultades superiores e inexistentes, a ciertos personajes famosos, líderes sociales o políticos.
Algunos psicólogos consideran que es una proyección idealizada, de lo que uno quisiera realizar, pero que no puede, entonces lo traslada a otra persona que si la considera capaz de realizar sus sueños y expectativas.
Es decir, que lo que uno quiere, y no puede hacer, desea que lo haga otra persona a la que se le atribuyen cualidades especiales.
Dicen los expertos, que son remanentes del pensamiento mágico infantil, que ve a los padres como poderosos y casi perfectos, mirando sólo el lado bueno y positivo y evitando, a toda costa ver los defectos y el lado oscuro de ellos.
De esta manera se construye una visión parcial y sesgada de los padres y se aplica de igual manera a los futuros nuevos ídolos y héroes, que se van seleccionando al transcurrir de la vida.
La idealización conjuga también la idea de no querer ver los errores, los defectos y las fallas del personaje idealizado, ya que se prefiere verle los mejores y más positivos atributos, con el agregado de exagerarlos e inventar que posee cualidades que en realidad no tiene.
De cierta manera no se pueden integrar las cualidades y los defectos en una misma persona, sino que se divide y sólo se quiere ver lo bueno y no lo malo, pues ese lado mancha ese ideal puro y mágico que se le atribuye. De aquí que se busque a la parte mala, en otra persona, que resulta ser la contraparte.
Por eso en una misma familia, acaba siendo un hermano casi completamente bueno y el otro es visto como el malo. También suele pasar en las parejas en conflicto, uno es el bueno y el otro es el malo uno se idealiza y el otro se devalúa.
Por ello no es nada difícil comprender que muchas personas acaben por idealizar a un personaje que promete mejorar todo y salvar a la sociedad, de todo lo malo y defenderlo a toda costa. En el fondo lo han idealizado, realmente se están defendiendo a sí mismos y a sus ideales, ahora depositados en una persona ajena, a quien le atribuyen todo lo que desean para sí mismos y para los demás. Esto es lo que puede estar pasando en la mente de muchos mexicanos.