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I. Así operan los “call center” de “El Mencho”

Un abogado norteamericano -reservo su nombre por seguridad- me mostró una cuarentena de correos electrónicos de víctimas que lo han contactado por estafas con tiempos compartidos en Puerto Vallarta. “Aquí tengo correos de gente que ayudé en 2014”. La más reciente fue de hace tres semanas. 

En los dos “call center” de Zapopan asegurados por la Fiscalía del Estado había pizarras con nombres de extranjeros, datos de membresías de tiempos compartidos y metas económicas en dólares. 

Estamos ante una obra maestra de ingeniería social para timar a nombre de oficinas gubernamentales, abogados, contadores, notarías, documentos y páginas web, pero todo es falso. Usan empresas fachada, constituidas legalmente solo para cometer el fraude. 

En medios de EU se han documentado estas noticias desde hace varios años. En México apenas salieron a la luz pública tras los señalamientos del Departamento del Tesoro que culpó al Cártel Nueva Generación, y luego el caso de los ocho jóvenes desaparecidos, en donde la Fiscalía sostuvo que estaba detrás el crimen organizado. 

El punto de inicio para la estafa es ya un delito: los criminales poseen la base de datos de propietarios auténticos de tiempos compartidos. Solo pudieron obtenerlas vía sobornos y la complicidad de las compañías que se dedican a su venta legítima. 

Hay tres tipos de estafas, pero en la más común contactan al cliente para hacerle una oferta no solicitada de compra de su tiempo compartido. Le ofrecen hasta dos o tres veces más el costo original. 

Por medio de un falso agente notarial de EU (escrow) entregan a la víctima un contrato de compra-venta. En un caso de enero de 2018, cuyo contrato tengo copia, se fija un pago de 41 mil dólares a un residente de Oklahoma por la compra de su tiempo compartido. El falso comprador es Grupo Modelo (sé que suena absurdo). 

A partir de allí comienzan las tarifas y comisiones extra. Algunas descabelladas. Hay una cuota de inscripción, una tarifa para que el SAT avale la transacción, el pago del IVA, recargos aduanales, un pago para cumplir las leyes antilavado, una comisión de cierre de contrato y un impuesto de ajuste fronterizo…

Mi fuente me mostró un patrón en los documentos que le entregaron las víctimas. Toda la base legal para la compra inicial está elaborada pulcramente con documentos de EU, pero los formatos de oficinas gubernamentales en México son obsoletos, con atribuciones fuera de su competencia y firmados por funcionarios con un solo apellido (al estilo gringo). 

“No dominan el español mexicano, no saben el sistema de aquí. No saben nada de derecho mexicano. Cualquier persona con una semana de derecho sabría que esto es falso”, me remarca mi fuente. 

Por los conocimientos del sistema jurídico norteamericano y la documentación usada por parte de los estafadores, se abre una hipótesis: los defraudadores son estadounidenses. “Son extranjeros porque hablan inglés nativo”, señala el abogado. “Pienso que no son del cártel, no son mexicanos”.  

El tipo de documentación, argumentos y métodos de extorsión varían, por lo que se trataría de más de una banda dedicada a estafar con tiempos compartidos (el abogado asegura que son de tres a cinco grupos). 

¿Pero qué papel juega el cártel? Ningún negocio criminal millonario en Jalisco puede operar sin su permiso. Por eso la única explicación es que al cártel solo le pagan derecho de piso y protección. 

Este escenario, más complejo de lo que se ha revelado al ojo público, explica las potenciales disputas internas por un negocio que según el Departamento del Tesoro incluye a la fecha 600 extranjeros desfalcados por más de 40 millones de dólares. 

La impunidad en México aunada a las complicaciones de la jurisdicción de dos países que deben actuar, lo hace un negocio ideal y altamente lucrativo. “Hay mucho, mucho dinero, como dijo el agente del FBI -señala mi fuente -: millones y millones de dólares por año”.  

Todo este proceso implica que el defraudado entregue información sensible como nombres, estados de cuenta, domicilios y teléfonos. Lo que provee a los criminales para las siguientes estafas a la misma víctima que es defraudada y extorsionada hasta exprimirla tres veces. Lo relato mañana en la segunda entrega.

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