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"I have a dream": tiempos de soñar, tiempos de actuar

En uno de los más elocuentes, profundos, emotivos y humanos discursos pronunciados a lo largo de nuestra civilización, Martin Luther King -pastor protestante y defensor de los derechos civiles, asesinado en Memphis, Tennessee en 1968-, expresó su deseo de que, sin diferencias de color, el pueblo norteamericano fuese uno, orgulloso de su pasado y solidario en su futuro. “I have a dream”; dijo, “¡Yo tengo un sueño hoy! Sueño que pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y pequeñas niñas blancas, como hermanos y hermanas”. Traigo esto a la memoria porque hay muchas personas, sobre todo las muy jóvenes, que desconocen la magnitud y profundidad de los sacrificios, incluso la cuota de sangre, que algunos próceres pagaron para que tuviéramos un mundo mejor y acceso a niveles de bienestar superiores a los de generaciones precedentes. Hoy es común que coincidamos, sin conflicto, personas de todas las razas, creencias y costumbres. No era así hace apenas unos años.

Considero que, cada vez más, empujados por el apetito de posesión y la competencia, hemos dejado de lado las cosas importantes de la vida. Afanados por obtener lo que nos han mostrado como símbolos del éxito, hemos dejado de soñar. Aspiramos a un automóvil nuevo, a ropa de marca, a la última versión de los videojuegos, a viajar sin restricciones y no nos damos espacio para acariciar nuestros sueños, nuestras fantasías... Debemos revisar nuestros valores para replantearnos nuestro rol en la sociedad y nuestros hábitos de consumo. Los días que se aproximan no serán fáciles. El costo de la vida se ha elevado considerablemente y seguirá. La relación entre los ingresos y el gasto de una familia promedio son deficitarios. Solo en el caso de los útiles escolares es notable la diferencia entre el año precedente y el actual. Una recorridita por el mercado o las tiendas de conveniencia es suficiente para ponerle los pelos de punta a quienes abastecen la casa. El precio de la gasolina se incrementa a pesar de los enormes subsidios que se le destinan, subsidios que, dicho sea de paso, pagamos mediante nuestros impuestos. A pesar de las políticas compensatorias, o más bien, preelectorales, debería de escribir, se seguirá incrementando la distancia entre los que más tienen y aquellos que se incorporan a la amplísima masa de pobres en nuestra sociedad. A mayor pobreza, mayor dependencia.

Frente a un horizonte como el nuestro, en medio de la violencia y la incertidumbre generadas por la injusticia y el narcotráfico, se impone un cambio de actitud. Deberemos ser agentes proactivos para desterrar la desigualdad, la injusticia y la corrupción de nuestro país. No a la violencia, sí a la toma de conciencia. No a la descalificación, sí al compromiso de construir juntos. No a la confrontación, sí a la solidaridad. Es tiempo de soñar, de comprometerse y de actuar.

Eugenio Ruiz Orozco

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