Holocausto, crueldad y locura
El abuso de la libertad, la distorsión entre el bien y el mal, el poder en manos de personas dementes con la justificación de la dictadura o la tiranía, han dado paso a que el mismo hombre sea depredador de otros hombres. A crear sufrimiento y aplicar las peores torturas a quien se elige como víctima.
Muchas personas, que a lo largo de la historia han sufrido de un holocausto, finalmente han llegado a encontrarle un sentido a la vida y aún conservar la fe en un Dios que permite el horror de la maldad.
Para algunos teólogos, Dios no quiere el sufrimiento de sus criaturas, mucho menos que las atormenten con el genocidio y hasta el extremo de los campos de exterminio.
El régimen nazi cumplió una de sus tareas al perseguir a sus enemigos con la idea de una solución final, darle una muerte sistemática a los judíos en las cámaras de gas. En hebreo se denomina la Shoá, una catástrofe de inmensas proporciones que la humanidad quiere guardar en su memoria, para que no vuelva a suceder.
La tolerancia es una inteligente respuesta moral a una tragedia, que en vez de buscar la venganza, se busca desarrollar en la conciencia colectiva el sentido del respeto, del ejercicio vivo de no discriminar ni clasificar a los seres humanos por su etnia, religión, costumbres o ideología.
Una de las peores combinaciones que puede sucederle a la humanidad, es conjugar demencia, crueldad, poder y una inteligencia distorsionada que permite justificar las peores atrocidades que nos han sucedido en la historia.
Un culto vehemente a la codicia, a la putrefacta visión de que se tiene derecho a destruir la vida de los demás por lo que creen o piensan. A confundir la realidad con las ambiciones y a quedar prisionero de las fantasías de endiosamiento y superioridad.
La humanidad necesita poner todo su esfuerzo en construir una sociedad de personas civilizadas, cultas y altamente conscientes para asegurarnos de que no tendremos de nuevo un holocausto, y pueda surgir otra vez algún fervoroso conquistador quiera concebir ideas de genocidio y exterminio.
El progreso debe incluir una educación que forme una elevada calidad moral, que desaliente todo tipo de ideas que impliquen la destrucción de la vida, por cualquier motivo o razon.
Una vocación inaplazable de cualquier persona condecorada con la conciencia y la sabiduría, es aspirar a un destino histórico que deje muy claro que la humanidad cree en la vida, tolera y respeta las diferencias; y que cuidará con amor y fe, a que no se levanten campos de concentración y justifiquen genocidios y nuevos holocaustos.
Una tarea pendiente de la educación del futuro es el estricto cuidado de la conciencia colectiva para que no se cultive nunca más el antisemitismo o cualquier deplorable idea que motive a pensar que exterminar a los demás es una solución.
La sensatez, la razón, la moral, la fe y en fin todos los valores de nuestra compleja realidad humana, se necesitan cultivar en forma permanente en cada escuela, en cada rincón de éste planeta, para por ningún motivo tener que afrontar que surjan mentes criminales que deseen un nuevo holocausto.
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