Historias de fantasmas
En el futbol, las peores derrotas producen fantasmas tenaces que acosan a ciertos equipos y no los dejan en paz hasta que llega una victoria que anula la injuria original.
Las cadenas que arrastran los fantasmas del futbol tienen forma de sobrenombres que quedan colgados al cuello de los vencidos: el “Maracanazo”, el “Aztecazo”, las “Cruzazuleadas”, el “Ya Merito”.
Hoy y el próximo domingo Cruz Azul tendrá la oportunidad de terminar con el conjuro siniestro que convirtió a uno de los equipos más ganadores de México en un objeto de burla y abuso.
La derrota ante América en la Final del Clausura 2013 solidificó una narrativa que venía formándose con los fracasos previos de la Máquina. Toda narrativa necesita un título, y el de ésta fue particularmente cruel: “cruzazulear” como sinónimo de pusilanimidad o incapacidad.
La Selección de Brasil, máxima ganadora de Copas del Mundo, sabe de reveses crueles. El “Maracanazo”, con el que perdieron en casa ante Uruguay la Final del Mundial de 1950 se convirtió en un peso tan grande que el equipo cambió a partir de entonces los colores de su uniforme, como deseando mudar de aspecto para que la derrota no pudiera reconocerlos. La treta surtió algún efecto, visto el éxito indiscutible de los brasileños.
En México, Chivas es el caso más célebre de un equipo que logró transformar la insolencia en admiración. En repetidas ocasiones el Rebaño se quedó a un paso del título ganándose el mote sarcástico del “Ya Merito”, hasta que en 1957 se coronó por primera vez, inaugurando una era que iba a llevarlo a transformarse en el Campeonísimo.
Cada derrota estridente, por más punzante que sea, lleva dentro de sí el germen de la reivindicación.
Uno de los jugadores del “Ya Merito” era un tal Javier de la Torre, que se iba a convertir en el ingeniero del Guadalajara Campeonísimo.
El “Maracanazo” hizo que en un recóndito pueblo de Brasil un hombre llorara ante la radio. Su hijo, Edson Arantes do Nascimento le dijo “No te preocupes, papá; yo voy a ganar el Mundial por ti”. Terminó ganando tres.
Cuando América logró su memorable victoria ante Cruz Azul, su presidente deportivo era Ricardo Peláez, que ahora ocupa ese puesto en la institución cementera y podría ayudar a apaciguar el espectro que él mismo ayudó a desatar hace cinco años.
Hay pocas cosas más fuertes que una historia, y hoy Cruz Azul tiene la posibilidad de desmentir la narrativa que ha crecido en torno a la institución. Más le vale aprovechar la oportunidad, porque los fantasmas rara vez se dejan acorralar.