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Hijos ponen más dinamita al verbo de AMLO

Contrario a lo que la zalamería política le hizo pronunciar al padre Solalinde, convertido de facto en el responsable de la política migratoria del país, en el sentido de que el Presidente es “un profeta”, o aún más al debilitado líder de los senadores morenistas, Ricardo Monreal, quien afirmó que sólo la palabra de Andrés Manuel López Obrador y “su fuerza moral” era capaz de limpiar y “unificar algo que parecía resquebrajado y dividido” y alejar “cualquier tentación individualista”, lo cierto es que el discurso presidencial anticorrupción es cada día menos creíble.

Desde los casos de justicia selectiva exhibidos en el privilegiado trato que la 4T ha dado a Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, culpado por el caso Odebrecht y de Agronitrogenados, que contrastó con la severidad con la que se juzgó y encarceló a su ex aliada política, Rosario Robles, por la Estafa Maestra; hasta los más recientes casos de evidente protección desde el poder al ex titular de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), Ignacio Ovalle, a quien reubicó en una dependencia de la Secretaría de Gobernación, pese al desfalco récord de 15 mil millones de pesos en la historia de la corrupción en México, y al director del Instituto Nacional de Migración (INM), Francisco Garduño, a quien mantiene en el cargo pese a las evidentes corruptelas que provocaron la tragedia migrante en Ciudad Juárez en la que murieron quemados 40 hombres migrantes, López Obrador no ha hecho más que seguir deshilachando su principal bandera de combate a la corrupción que lo llevó a la Presidencia de la República.

Además, de que estos casos contradicen en los hechos su frase de batalla mañanera de que no “es tapadera de nadie”, el Presidente también ha sido incongruente con su discurso de honestidad al socavar y tratar de desaparecer los organismos autónomos que le son contrapeso y son garantes del acceso a la información pública y el combate a la opacidad, como es el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).

Por todo esto, la defensa que hizo ayer de su hijo Andrés “Andy” López Beltrán por los contratos millonarios de obra pública que tienen sus amigos más cercanos fue aún más débil que la que hizo en enero de 2022, cuando su otro retoño José Ramón, dinamitó su discurso de austeridad por el escándalo de la mansión en la que vivía en Houston, y la que tendrá que hacer nuevamente de él ahora que ayer Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) relacionaron la mega residencia en la que vive en Coyoacán con una funcionaria del periódico La Jornada, al que la 4T es al que más compra publicidad oficial.

Para salir de esta nueva crisis que vuelve a poner en entredicho su narrativa de la “honestidad valiente”, el Presidente tendrá que hacer mucho más que sólo salir a la mañanera a decir que sus hijos no son corruptos, como lo hizo ayer, para cumplir su promesa de que no sería tapadera “ni de sus familiares”, a la que faltó ya con su hermano Pío.

jbarrera4r@gmail.com

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