Ideas

Héroes y villanos del barrio

A lo largo de los muy largos meses de la pandemia, los habitantes de la ciudad han podido apreciar quizá con mayor atención que antes lo que pasa en su entorno inmediato: su cuadra, su manzana, su barrio. Y sin duda también discernir qué cosas y quiénes lo hacen más vivible, quiénes y qué lo dañan y agravian a los vecinos, y también preguntarse acerca de algunos misterios…

Los héroes:

Los árboles, que resisten hasta donde pueden los embates de algunos de los principales villanos (ver abajo).

Las mascotas, que no se alteran, ni se quejan, ni les afectan las noticias horrendas de cada día, ni pierden la cordura como muchos de sus amos.

“El santo olor de la panadería”.

Los repiques de las campanas de las iglesias.

La UdeG, que merecería un premio por la forma impecable en que mantiene las fincas que ocupa, sean propias o rentadas. Además, su presencia hace que circulen por el rumbo grupos de estudiantes por lo general alegres y amables.

La admirable persistencia de negocios pequeños y medianos de todo tipo que logran sobrevivir, muchos de ellos encabezados por jóvenes: fondas y fonditas (hay hasta veganas), tienditas, tendejones y boutiques, peluquerías, etc.

Los heroicos tripulantes del carretón de la basura: en muchas ciudades del mundo han dejado de trabajar por semanas o meses, con desastrosas consecuencias de salubridad. Quizás el único rubro en que el Ayuntamiento sale bien parado.

El afilador con su peculiar silbato, el barrendero con su escoba de popotes (y que ambos sigan cobrando lo mismo que hace uno o dos años), la señora de las flores (ésas sí están más caras), los que reparten los garrafones (que también han aumentado; tener que pagar por el agua de beber representa sin duda un injustísimo impuesto), el cartero, el repartidor de periódicos…

Un anónimo poeta que, al principio de la pandemia, dejó en el suelo de la banqueta una pegatina redonda que decía “por favor, lea poesía”. Tristemente, el tiempo de aguas se encargó de borrarla.

Villanos (algunos): 

La CFE, Telmex, las cableras (y otras “empresas de clase mundial” o no) que destazan los árboles de la forma más irracional, sin ningún respeto por nada ni nadie. El Ayuntamiento ni siquiera interviene.

Los dueños de casas o terrenos que tienen sus banquetas hechas pedazos, sin que les importe que los peatones se lastimen o se maten. El Ayuntamiento tiene todos los instrumentos para apercibir, multar y hasta expropiar, pero no lo hace.

Los ladrones que impunemente se roban las placas de metal, las tapas o rejas de las alcantarillas y hasta estatuas enteras. No hay patrullaje, y eso depende también del Ayuntamiento (pero bueno, si se roban hasta los letreros de la Rotonda en sus mismísimas narices…)

Los habitantes de algunas casas a quienes evidentemente les beneficia de alguna manera que se piense que ahí no vive nadie (aunque los vecinos sepan que sí). Por supuesto que las banquetas son un desastre, las ventanas están rotas, nadie barre. Y el Ayuntamiento, en babia.

Las alcantarillas en ciertas esquinas, que permanentemente apestan. El SIAPA no desazolva, el Ayuntamiento…

Campeón de villanos: sin duda el Ayuntamiento, que a diario agravia a la ciudadanía por su omisión, inacción, incuria y dejadez.
 

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