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Héroes o narcos: ¿qué hay detrás de las remesas?

Tenamaxtlán es un municipio pequeñito al sur de Jalisco –poco más de siete mil pobladores– en donde uno de cada tres hogares recibe 102 mil pesos mensuales en remesas. Significaría un ingreso anual de 1.2 millones de pesos en 827 hogares de ese poblado que reportaron al Inegi recibir dinero de parientes fuera de México. ¿Suena lógico?

La estimación del ingreso mensual por hogar la saqué de la división de las remesas que recibió Tenamaxtlán en el último trimestre (12.7 millones de dólares, según Banxico) entre el número de hogares que en el censo de 2020 del Inegi dijeron recibir remesas. Lo elegí porque Tenamaxtlán tuvo en ese periodo el mayor ingreso de remesas per cápita en todo Jalisco (IIEG, 2022).

Muchos lo han sugerido, pero pocos lo han analizado a fondo: ¿el aumento dramático de las remesas enviadas de EU a México obedece a una estrategia de blanqueo hormiga de los cárteles que aprovecharon la pandemia?

El incremento sustancial de las remesas comenzó en mayo de 2020, en plena contingencia sanitaria. Este año seguimos rompiendo récord con un alza anual del 15 por ciento. El aumento de las remesas inició desde 2018, pero se aceleró con la pandemia. Algunos especialistas aseguran que es normal, pues las remesas tienen un comportamiento contracíclico, es decir, aumentan ante las crisis económicas.

Pero otra explicación es que los cárteles migraron a formas de lavado más sofisticadas y seguras ante los elevados controles bancarios y los decomisos millonarios de dinero en efectivo. Un artículo de J. Jesús Lemus en Los Ángeles Times en 2020 asegura que el cártel recluta a migrantes indocumentados en EU y les ofrece comisiones del 15 al 20 por ciento por cada transferencia que hacen en montos no mayores a mil dólares ni menores a 300 dólares.

En 2020, Jalisco desplazó a Michoacán como el mayor estado receptor de remesas después de 15 años en que esta última entidad ocupó el primer lugar en ingresos por divisas. En el top 10 de municipios que más reciben remesas se encuentran Guadalajara en segundo lugar, y Zapopan en noveno.

La sospecha crece si recordamos que según el Departamento del Tesoro de EU, Jalisco es el paraíso de empresas fachada del narco para el lavado de dinero; cuatro de cada 10 compañías boletinadas operan en nuestro Estado.

Otras lecturas más cautas postulan que Jalisco, Michoacán y Guanajuato, los tres principales receptores de remesas en el país, son entidades históricamente migrantes y que la coincidencia de una fuerte presencia del cártel en estos estados no redondea la hipótesis de las remesas del narco.

Otro argumento en contra esgrime la subrepresentación de las muestras del Inegi acerca de los hogares que confiesan recibir dinero del extranjero, pues muchos ocultan esa condición ante el encuestador.

¿Eso basta para explicar un caso como el de Tenamaxtlán? Hasta ahora ha habido más especulación que análisis. Ni la academia ni las agencias gubernamentales de México y EU lo han abordado a fondo.

La idea es muy sugestiva: el narco lava dinero vía remesas, con comisiones cada vez más bajas, fácil y seguro contra los decomisos. De alguna forma tiene que regresar a México el dinero de las drogas. ¿No suena a crimen perfecto?

jonathan.lomelí@informador.com.mx

Jonathan Lomelí

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