Ideas

Hermandad planetaria

Somos habitantes de este hermoso planeta y nuestra tarea es aprender con la experiencia de todo cuanto nos ofrece. Aristóteles nos invitaba a que es una oportunidad para perfeccionarnos.

Ante las calamidades aún vigentes provocadas por parte de la voluntad humana y otras más por la inevitable fuerza misma de la naturaleza, los seres humanos tenemos una tarea en común: cuidar la vida y preservar nuestro planeta.

E. Morin pone énfasis en el temible legado del siglo XX “la alianza de dos barbaries: la primera viene desde el fondo de la noche de los tiempos y trae consigo guerra, masacre, deportación, fanatismo. La segunda, helada, anónima, viene del interior de una racionalización que no conoce más que el cálculo e ignora a los individuos, sus cuerpos, sus sentimientos, sus almas y multiplica las potencias de muerte y de esclavización técnico-industrial”.

El peligro del impulso destructivo que predomina en muchos ambiciosos y desconsiderados, que no han comprendido la urgencia de detener la codicia por poseer y olvidan la gracia del desapego.

Mientras que unos se esmeran en cultivar la crueldad de la cultura de la muerte, otros tenemos la responsabilidad de fomentar y acrecentar el amor por la vida, por lo bello, por la contemplación y aprecio por nuestro exquisito planeta.

El pavoroso ejercicio de la razón, utilizada para justificar el empeño por arrasar este planeta a cambio de más monedas. Una fórmula de vida que devalúa el encanto de nuestro hogar y desdeña la belleza que otros aprecian con especial delicadeza.

Mientras que avanzamos en muchos campos del saber, parece que la herencia del pasado nos acecha con peculiar terror, y seguimos resolviendo los problemas con guerras, genocidios, asesinatos y violaciones. Padecemos de hambres, enfermedades y miseria. Al paso que unos cuantos se regodean en excéntricas riquezas. Apenas han pasado los horrores de las dos grandes guerras, con sus poderosas armas de exterminio, incluyendo los campos de concentración de nazis, soviéticos y chinos. Y no hemos aprendido a respetar la vida y deseamos ponerle freno a las semillas de la vida con plaguicidas químicos y abortos.

Las armas de destrucción masiva, entre ellas las nucleares y cuantas nuevas se inventen, siguen el curso de las oscuras tinieblas de la muerte como solución. “La potencialidad de auto-aniquilamiento acompaña en lo sucesivo el camino de la humanidad”, afirma Morin.

Nos deseamos, paz, felicidad, buena voluntad y, en fin, vivir en el amor y la armonía, y parece que la tarea la dejamos en manos de otros que desean lo contrario.

Los habitantes de este planeta, nuestro hogar, tenemos una responsabilidad colectiva por cuidarnos como especie humana y de preservar y embellecer nuestro planeta de la mejor manera.

Es una tarea inaplazable e impostergable. Cuidar lo que tenemos y dejarlo mejor de como lo hemos conocido.

Es nuestra oportunidad y compromiso. Pongamos más atención a todo cuanto es la cultura de lo bello, de lo verdadero, de lo justo, de lo equilibrado. Nuestra salud, como nuestro interior, son concomitantes al mundo social y a la bendita naturaleza que nos rodea.
Despejemos nuestra mente de la basura y toxicidad para apreciar la fraternidad que nos conduce a perfeccionar nuestra existencia. En la cultura de la vida, ejercemos la vocación al amor.

dellamary@gmail.com

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