Hay esperanza
El ejercicio que alguien tuvo a bien discurrir en el Gobierno federal, para que el 30 de abril el doctor Hugo López-Gatell se dedicara a responder las preguntas e inquietudes de varios niños mexicanos de diferentes partes de la República mexicana, me pareció una idea muy buena, casi podría decir genial, que bien se podría repetir con funcionarios de otros niveles y distintos ámbitos: resultó por demás aleccionadora y, sobre todo, enriquecedora y muy esperanzadora.
Sus preguntas dejaron en claro qué les preocupa de fondo a niñas y niños mexicanos en el marco de la pandemia, de la cuarentena, pero también dejaron en evidencia realidades dolorosas y cotidianas que revelan, por ejemplo, aunque se oiga rimbombante o técnico, la morbilidad infantil en México. ¿A qué me refiero? Niños con hemofilia, diabetes tipo uno, asma, entre otras afecciones o discapacidades.
Hicieron preguntas puntuales a las que el Dr. López-Gatell respondió igual, puntualmente, con palabras sencillas y precisas, entendibles para todos y muy útiles también para adultos con las mismas inquietudes, por ellos y/o por sus hijos. Por ejemplo, el niño sordo que lee los labios y de cómo hacerle para entender cualquier cosa si se está usando cubrebocas; o de cómo recoger la medicina en los centros de salud si de preferencia no hay que ir si no se trata de una urgencia; o de cuándo será posible asistir a las sesiones de terapia.
Preguntas vinculadas con el día a día de niños y niñas que, aparte del encierro, enfrentan otros problemas de salud y/o alguna discapacidad. Esto es un filón de información que se desprendió de la sesión del jueves 30 de abril.
Otro más tiene que ver con la educación de los niños, la educación de cortesía podría decir y la formal de conocimientos y manejo del lenguaje. Contrario a lo que hemos testificado en los últimos lustros y que lleva a la queja adulta de la mala educación de las nuevas generaciones, los niños que grabaron videos o le hicieron preguntas en tiempo real al subsecretario de Salud, acusaron todos, además de gracia y frescura, un manejo de lenguaje impecable para sus pocos años y, unos más que otros claro está, de acuerdo a sus preocupaciones e intereses, un conocimiento preciso (ahora sí que superior al de muchos adultos) de lo que es la enfermedad. Saludaron correctamente, fueron atentos y mostraron que saben de qué se trata.
Todas las preguntas fueron buenas, graciosas e inteligentes, incluyendo a la niña que cumplirá años el próximo 8 de mayo.
Otra vertiente está en el interés que mostraron varios de los pequeños que preguntaron, por ser médicos y/o epidemiólogos; o bien, el niño que preguntó qué enseñanza nos va a dejar esta pandemia como país y como niños y “¿cómo enfrentaremos el futuro a partir de ahora en cuestiones de salud? ¿Es cierto que el mundo será diferente después del COVID-19?”. Digo, si el niño Giuseppe no es el autor de la pregunta y se la hicieron sus papás para que él la planteara, de todos modos, habla de una familia con preocupaciones profundas y hasta filosóficas podría decir. Y ni qué decir de la respuesta: “Esta es una pandemia que ha afectado a todo el mundo como no había antecedente en los últimos cien años; exactamente hace 101 años se presentó la pandemia de influenza que afectó muchísimo a todo el planeta, en ese momento había guerras, estaba la Primera Guerra Mundial, había hambrunas y unas condiciones muy difíciles. Hoy en el mundo sigue habiendo muchos de estos problemas, existe la guerra, la desnutrición, la injusticia y todas estas situaciones son indeseables y el mundo puede aprender, después de una pandemia, entre muchas otras cosas, que tenemos que lograr una sociedad más justa para que todos tengamos los recursos que necesitamos para alimentarnos, para conservar la salud, para una vivienda digna, para un trabajo respetado y bien remunerado”. Las otras enseñanzas que enumeró el Dr. López-Gatell fueron las de un sistema de salud fuerte y suficiente para todos; estar preparados siempre en caso de pandemia con instalaciones y personal de salud capacitado y el aprendizaje de hábitos de higiene desde la infancia. Y el mensaje de cierre: a los niños hay que escucharlos, siempre, niñas y niños tienen una gran sabiduría, sentimientos muy profundos. Saberlos escuchar nos hará una mejor sociedad en todos los sentidos.
Finalmente, pero no menos importante, de todo este ejercicio quedó muy clara también la preocupación de niños y niñas por los adultos que no se quedan en casa: se aproxima el incremento más fuerte de acuerdo con los pronósticos matemáticos del equipo de científicos mexicanos que participan en esto, así que, una vez más, el llamado a hacer lo que nos toca, quedarnos en casa. #YoMeQuedoEnCasa.
(lauracastro05@gmail.com)