Haciendo historia
Por supuesto, están haciendo historia. La carta de renuncia del secretario de Hacienda reviste esa característica. Vámonos con calma calmados. Dice el amigo cercano del Presidente después de las formas de saludo y firmas y despedidas y tal: “Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”.
Tome aire mi admirado lector. Sigue: “Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o de izquierda. Sin embargo durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco”.
Vaya a dar una vuelta o dos -y si se puede tres o cuatro- a la manzana porque continúa así: “Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública.”
Agárrese el cinturón mi lector: “Esto fue motivado por personajes influyentes del actual Gobierno con un patente conflicto de interés”.
No sé ni por dónde empezar. Los conflictos de interés son cosa que no dice nada. Se llaman ilícitos. Ya con el presidente Peña lo quise decir. Los conflictos de interés son futuros. De ahí mis críticas al tres por tres. En mi idioma se llaman ilusiones. Personajes influyentes. Pueden ser varios. Ya muchos especularon cuáles. No importa. Es un señalamiento de ponernos a temblar. Un señalamiento confirmatorio de lo mucho criticado. Sí hay corrupción y parece deliberada.
Imposición de funcionarios sin la suficiente preparación en una de las Secretarías de Estado vitales. Gravísimo. Se llaman cuñas cuando le imponen a un burócrata de cierto rango uno o algunos solamente con la intención de control o por temas de la agencia de inteligencia. Pero la imposición como cuña de gente impreparada es otro boleto. Eso es llegar demasiado lejos. La cuña no sirve si la cuña no entiende lo que hace. La cuña se vale, pero bien hecha. No se vale poner en riesgo el funcionamiento administrativo del Gobierno en una de sus áreas más delicadas a cambio de una táctica. ¿Ni siquiera eso lo pueden hacer bien?
La política económica del Gobierno lopezobradorista no se basa en los hechos. ¿Parece poco? Andrés en el país de las maravillas. Pero además acusa el secretario renunciante de extremismos en la misma política económica. No se puede entender de otra manera: la izquierda radical y la derecha radical son los escuchados. No otros. No hay razones. No hay atención a la realidad. ¡Qué manera!
El tener discrepancias en materia económica en todos los gabinetes del mundo es normal. Pero lo mismo: en el país de las maravillas de Andrés, no hay realidad valiosa. Políticas públicas sin raciocinio. Desbaratando competencias y habilidades. Habiendo tanto talento en México, lo desprecian a cambio de convicciones no solo mágicas sino correspondientes a otra realidad alterna. Ahí la llevan. Haciendo historia.