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Hacia el 201

¿El objetivo era celebrar los doscientos años de Jalisco como Estado Libre y Soberano? ¿O trabajar inteligente y sostenidamente para que de verdad lo siga siendo o lo vuelva a ser si ya no lo es?

En el barullo de los festejos, muy a nuestro estilo, estas preguntas podrían pasar desapercibidas, pero es importante plantearlas, porque si la meta era hacer una fiesta, pues ya se hizo y ahora lo que sigue es recoger la basura, pero si el verdadero ideal es reconstruir la soberanía del estado y su vocación federal, habría que pensar que los trabajos apenas comienzan.

De por sí, las fiestas que organizan los gobiernos con su infaltable espectáculo musical tienen una muy alta rentabilidad política. Ya los romanos lo habían advertido hace más de dos mil años con la famosa frase “pan y circo”, que hace olvidar al pueblo sus verdaderos problemas y, sobre todo, que estos problemas lejos de resolverse se perpetúen.

Pero como quiera que los seres humanos necesitamos del esparcimiento, hacer fiestas se nos da por necesidad y hasta por gula, por lo mismo toca a los gobiernos trabajar de tal manera que no todo acabe con la fiesta, y hasta el año próximo.

La soberanía de Jalisco no se basa en un decreto, en un capricho o en un festejo, se basa en una identidad, y esta identidad, que se ha construido a lo largo de los siglos, se transmite desde la sociedad y desde la escuela. ¿Ahora sí, la historia de Jalisco tendrá un sitio preponderante en los programas de la SEP? ¿Ahora sí, empresa y gobierno trabajarán para crear una conciencia cívica regional? ¿Cuál es el proyecto para involucrar a todos los actores sociales en esta meta que es de largo plazo? ¿Cómo recuperaremos la cultura jalisciense en rápido camino de extinción? ¿Se tendrán programas de integración cultural de las masas inmigrantes que han llegado y siguen llegando a la ciudad? ¿Dispondremos, por fin, de un plan identitario que abarque a todos los municipios de Jalisco, que los una, pero sin uniformarlos? ¿Volverán a nuestros museos históricos los estudiantes de las escuelas, como se hacía hace ya muchos años? ¿Cómo se enamorarán los jóvenes globales de la propia ciudad en la que viven y desde la cual se están proyectando? ¿De qué manera las universidades públicas y privadas se unirán a este esfuerzo, en el caso de que se dé? ¿Habrá algún tipo de norma que regule la proliferación de águilas aztecas que por todas partes aparecen, como si Guadalajara y Jalisco no fueran otra cosa que un satélite de la vieja Tenochtitlán? ¿Qué futuro espera a un 16 de junio todavía tan endeble y tan ajeno a la actual conciencia cívica de los jaliscienses? ¿Ahora sí tendremos éxito en la recuperación de territorio que hemos perdido a manos de estados vecinos? ¿Qué vamos a hacer para que el norte de Jalisco no acabe siendo parte de Zacatecas, por el abandono endémico que sufre esa zona desde el gobierno estatal de sexenios sin fin? ¿Cómo llevar a las 12 regiones de Jalisco los beneficios de la ciudad capital? ¿Y cómo hacer para que la gente de estas regiones ame realmente su capital, Guadalajara?

La agenda de la soberanía es muy amplia y exigente, ojalá y como fruto de estos pasados festejos se asuma y se lleve a la práctica.

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