Grupo Oaxaca
Conseguir un cambio constitucional impulsado desde la sociedad civil es un hecho excepcional. Sucede cuando la expectativa social logra alinearse con la agenda política del momento. En México, esto ocurrió hace más de 23 años, cuando un grupo de académicos, periodistas y líderes sociales, convocados por un conjunto de directivos de empresas de comunicación que hicieron eco de la idea de Luis Javier Solana Morales, iniciaron un proceso histórico. En una casa majestuosa de la colonia San Miguel Chapultepec, se llevaron a cabo reuniones largas e intensas que destilaban identidad y determinación por lograr algo trascendental. Todos sabíamos que, al final, este esfuerzo se enfrentaría a la prueba más difícil: convencer al Ejecutivo federal y a los legisladores.
El Grupo Oaxaca se conformó tras la publicación de la Declaración de Oaxaca el 26 de mayo de 2001 en la mayoría de los periódicos y medios electrónicos del país. En este documento, redactado por el propio grupo, se instaba a consagrar el derecho de acceso a la información pública y se subrayaba la necesidad de reformar las leyes para garantizarlo. El espíritu del grupo se centró en consagrar derechos fundamentales como el acceso a la información, clave para la democracia liberal, rompiendo con la tradición patrimonialista de la información practicada por las autoridades durante décadas.
El Grupo Oaxaca logró posicionar en la agenda nacional el derecho de acceso a la información pública. Con una habilidad, gestionó este tema tanto en el espacio público como ante los poderes del Estado.
La propuesta del Grupo Oaxaca implicó un esfuerzo coordinado entre empresas de comunicación, académicos, universidades y otros actores sociales. Sin embargo, las autoridades reaccionaron con una propuesta que buscaba diluir las demandas originales. Ante esto, el Grupo elaboró su propia iniciativa, integrando los principios acordados y publicó ell decálogo en primera plana de los principales periódicos, logrando así una amplia resonancia pública, en la que se establecían los contenidos mínimos para una legislación moderna y efectiva en la materia.
El impacto de esta acción fue inmediato. Las autoridades convocaron a foros de discusión, aunque con una intención evidente de diluir el tema. Por ello, el grupo decidió no participar en dichos foros y concentrarse en el cabildeo directo con los legisladores, buscando convencerlos de la necesidad de una reforma profunda. Pese a los intentos del gobierno por contrarrestar la propuesta del Grupo Oaxaca, el 11 de octubre de 2001, en una reunión con la Comisión de Gobernación y Seguridad Pública de la Cámara de Diputados, se presentó formalmente el proyecto definitivo ante la presencia de los líderes parlamentarios del PAN, PRI y PRD.
Aunque las autoridades insistieron en presentar su propia iniciativa, el Grupo Oaxaca intensificó su estrategia para convencer a los legisladores de la importancia de elegir una propuesta que representara un verdadero cambio democrático. Finalmente, los legisladores del PRD, PVEM, Convergencia y PT respaldaron el texto del grupo, y al presentarse en el pleno, incluso legisladores del PRI apoyaron y aprobaron el dictamen.
Con el paso de los años, esta labor se ha convertido en un motivo de orgullo dentro del proceso de consolidación democrática de México, que aún se debate entre expandir derechos y garantizar su ejercicio efectivo. Fue el Grupo Oaxaca quien marcó el inicio de una ruta que seguimos transitando y de la que no podemos desviarnos.
Este relato es un testimonio de cómo las organizaciones de la sociedad civil pueden incidir en cambios trascendentales cuando impulsan propuestas valiosas y oportunas. Que sirva también como homenaje a un gran mexicano, Luis Javier Solana Morales, el alma aglutinante y motor moral del Grupo Oaxaca, cuya visión y liderazgo dejaron una huella indeleble en el desarrollo democrático de nuestro país.
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