Ideas

Gobierno purificado y desnarcotizado

El Gobierno de la Cuarta Transformación que inició el sábado pasado ignoró olímpicamente el problema del narcotráfico en México, una de las principales causas de la creciente violencia e inseguridad que se padece en prácticamente todo el territorio nacional.

Ni ante el Poder Legislativo ni ante sus más fieles seguidores en el Zócalo capitalino en sus largos discursos del 1 de diciembre, el Presidente Andrés Manuel López Obrador hizo referencia a este flagelo de nuestra vida pública que es también producto de la corrupción, cuyo combate es el eje principal de sus promesas de Gobierno.

De la única modalidad de la delincuencia organizada de la que habló el nuevo jefe del Poder Ejecutivo federal fue del robo de combustibles al reiterar que se reformará la Constitución para considerar esta actividad como delito grave y que quienes sean detenidos por ello no tendrán derecho a fianza.

Esta omisión fue la nota que marcó sus mensajes en los que no hubo novedades y que fueron una especie de síntesis de las críticas que hizo en campaña a los gobiernos “neoliberales” de los que recibe un país “en quiebra” y sus promesas de Gobierno que enlistó en 100 puntos luego de ser purificado con rituales de los pueblos originarios que le entregaron el bastón de mando.

Con la purificación de la investidura presidencial, dijo, venía también “la purificación de la vida pública de México”.

Como por el bien de todos, primero se atenderá a los pobres de este país con apoyos directos a monederos electrónicos para niños, jóvenes, campesinos, artesanos, discapacitados y adultos mayores, con el dinero que se ahorrará con la eliminación de lujos y la eliminación de la corrupción, ya nadie tendrá que delinquir.

“Todos nos vamos a portar bien”, decretó AMLO desde el Zócalo en las pocas líneas que le dedicó a problema número uno del país, al pedirle a las madres de familia mexicanas que les digan a sus hijos “estate quieto ya si andan en malos pasos, porque ya tendrán ingresos y trabajo, y ya no tienen por qué dedicarse a esas actividades”.

“Así se pondrá orden” reiteró el tabasqueño, sin dejar de mencionar que todos los días a las seis de la mañana se reunirá con su gabinete de seguridad para analizar los hechos delictivos y hablar de ello al pueblo a las siete de la mañana.

Así, pues, el tema del creciente poder corruptor y de fuego de las mafias del narcotráfico no tuvo lugar en los mensajes del Presidente de la Cuarta Transformación. La omisión es preocupante por lo vivido ya en el sexenio de Enrique Peña Nieto, cuando hace seis años pensaron ingenuamente que desnarcotizando el discurso se combatía a la delincuencia organizada, con los desastrosos resultados que hoy tenemos.

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