Ideas

Gobernar y retórica electoral

Los resultados electorales de los últimos años llaman al análisis sobre el mensaje que la población envía a través de las urnas. Cuando Trump y Bolsonaro llegaron al poder, pensamos que quizá habíamos alcanzado un límite respecto a políticos con personalidades extremas, muy polémicos en sus palabras y de alto riesgo para las democracias. Nos cuestionamos cómo la mayoría parecía aceptar que las opciones de cambio eran esas. El reciente triunfo de Javier Milei en Argentina ha dado nuevos bríos a este fenómeno, reafirmando que la posibilidad de que la extrema derecha siga avanzando es real y un reflejo de cómo la noción de gobierno se ha reducido a una contienda electoral, plagada de sin sentidos ideológicos, en la que lo que importa es decir y hacer lo que “vende”.

Sabemos que hoy en día, las democracias se encuentran ante un desafío sin precedentes: la creciente frustración social está encontrando en las instituciones lejanas o ineficientes, la polarización política y un contexto económico adverso, el ambiente propicio para germinar alternativas políticas demagógicas y autoritarias, enarboladas por una política frivolizada que se moviliza con una única motivación, la de ganar elecciones.

Los datos de Latinobarómetro dan muestra del declive en la percepción de la democracia como un mecanismo efectivo para representar y satisfacer las necesidades de la población. Según su último estudio, más del 56% de los mexicanos consideran que no les importaría tener un Gobierno no democrático si resuelve los problemas. A nivel Latinoamérica, la tendencia es una disminución de apoyo a la democracia, mientras que en 2017 el 56% de las personas de nuestra región la preferían a cualquier otra forma de gobierno, en 2023 solo el 48% contestó con dicha aseveración.

La responsabilidad de gobernar implica restaurar y fortalecer esta confianza perdida. Para lograrlo, los líderes políticos deben comprometerse a una mayor transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana. Gobernar debe dejar de limitarse a la retórica electoral. Gobernar implica un ejercicio dinámico de comunicación y trabajo corresponsable entre la sociedad y el gobierno que día a día se configura a partir de la realidad sobre la cual se tiene responsabilidad. Para hacerlo, se requiere obtener herramientas analíticas, integrar equipos con capacidades, mantenerse receptivo, saber escuchar, aceptar los errores, pero sobre todo, tener un compromiso real con quienes han depositado en el gobernante toda su confianza para dirigirles y defender los preceptos de la democracia dándoles vida en el día a día del ejercicio de gobierno. La ciudadanía debe tener claro qué posición ideológica moviliza la toma de decisiones y, por ende, qué puede esperar de su Gobierno.

Desgraciadamente, los discursos sin sustento y superficiales, pero llamativos y desafiantes, se han convertido en una constante de quienes quieren ganar una elección y se preocupan menos de si están preparados para gobernar. Su llegada al poder en los eventos recientes explica el hartazgo social e implica acrecentar los riesgos de profundizar nuestra crisis democrática. Urge repensar el ejercicio de la política como una vocación que trasciende mucho más allá del día de la elección, un ejercicio que debe orientarse a transformar nuestra convivencia social. Atender el contexto de emergencia en que nos encontramos demanda una política de altura, profunda, reflexiva, consistente en su discurso y propuesta.

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