Gertz Manero y el cheque de los dos mil millones
Para iniciar semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo algo que le sale muy bien: marcar la agenda y llevarse los encabezados y la atención general en las “benditas redes sociales”. ¿Cómo lo hizo? Tenían que buscar algo mucho más llamativo que la rifa del avión presidencial y eso es bastante complicado. Pero hallaron el modo: citaron al fiscal general de la república, Alejandro Gertz Manero (un personaje casi invisible, vale decirlo), y éste le presentó al presidente un cheque ¡por dos mil millones de pesos! Lo entregó como resultado de una de las investigaciones que efectúa la Fiscalía General que encabeza.
¿Cómo se obtuvo el dinero? ¿En qué caso se confiscó? ¿Quién o quiénes son los acusados? No podemos saberlo porque, ¿qué cree? El caso está abierto y el proceso judicial obliga guardar esa información en secreto, porque si la autoridad la ventila, se estaría cayendo en una violación del derecho del o los acusados y por lo tanto, serían declarados inocentes por vicio de procedimiento.
Ya con el ingrediente del misterio, el presidente López Obrador le puso el moño al regalo, y anunció que los dos mil millones de pesos recuperados en el combate a la corrupción, se pueden utilizar para pagar el premio de los ganadores de la rifa del avión presidencia. Así como lo lee…
¡Triunfo completo!
Ni remotamente se acercó al impacto mediático que consiguieron Gertz y López Obrador el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, que anunció la rifa de la casa de gobierno para reunir fondos y entregarlo a la universidad de su Estado.
¿Cómo se obtuvo el dinero? ¿En qué caso se confiscó? ¿Quién o quiénes son los acusados? No podemos saberlo porque, ¿qué cree? El caso está abierto y el proceso judicial obliga guardar esa información
Pero esta competencia de creatividad e iniciativas impactantes para robar la atención de los mexicanos entraña un enorme peligro: ¿dónde está el freno para los gobernantes? ¿Qué nueva ocurrencia tendrán mañana o pasado mañana?
El viejo axioma que nos dice que las autoridades sólo pueden hacer lo que la ley les permite, mientras que el ciudadano común puede hacer todo aquello que la ley no le prohíbe, quedó totalmente borrado de nuestra realidad. Claro… a quién le pueden importar las leyes en un país donde la impunidad rebasa el 95%, según dicen los estudios elaborados en los últimos cinco años por académicos y organismos ciudadanos.
En el afán por establecer la agenda y tener permanentemente la atención de las personas, el mismo presidente Andrés Manuel establece un precedente que nos regresa a una etapa que con muchos sacrificios y literalmente, con el costo de muchas vidas, habíamos conseguido superar: el presidencialismo autoritario.
Porque perdóneme usted, pero por más que el presidente sonría y se alegre con la “recuperación” de los dos mil millones de pesos que le quitaron a esos corruptos que no sabemos quiénes son, él no puede determinar a su gusto para qué se utilizarán. Es más, sin mucho indagar, si el caso aún está abierto, ¿puede asegurar Gertz Manero que ningún juez le dará la razón al acusado o los acusados? ¿No ocurrirá que después las autoridades tendrán que regresar ese dinero? ¿O se trata de un engaño?
El presidente Andrés Manuel López Obrador está decidido a hacer de su sexenio una etapa histórica que merezca ser recordada por la profundidad de sus cambios y logros. El primer gran mérito que debería procurar, es el respeto a las leyes, el regreso de la civilidad y la justicia.