Ideas

Generación política inundada

A inicios de marzo del 2016, pasado el primer trimestre de las entonces administraciones municipales que habían conquistado los candidatos del emergente partido Movimiento Ciudadano en las elecciones del 2015, celebramos el acuerdo anunciado entre los alcaldes naranjas y el entonces gobernador priista Aristóteles Sandoval, para constituir una bolsa de 800 millones de pesos para iniciar obras de infraestructura hidráulica para empezar a abatir las crecientes inundaciones que cada vez causaban más daños materiales y empezaban a cobrar también vidas humanas.

Ingenuamente dimos por hecho, por aquellos discursos en aquel acto común del Gobierno estatal y los gobiernos municipales de la metrópoli, que esa nueva generación de políticos, amigos entre sí desde su época de estudiantes en la preparatoria número 5 y 7 de la Universidad de Guadalajara, iban a poner fin de una vez por todas a la muy nociva idea de la clase política que las obras “enterradas” son poco redituables electoralmente porque no se ven. Porque no son de relumbrón.

Desgraciadamente eso sólo quedó en promesas, y más allá de algunas obras hechas en el parque El Deán y en Los Arcos del Milenio, que siguen siendo zonas de alto riesgo por los niveles de inundación que presentan cuando llueve con intensidad, nunca se supo a ciencia cierta qué pasó con esa inversión, y lo peor de todo, fue una política golondrina.

Desde 2013, por ejemplo, el SIAPA calculó en 7 mil 500 millones de pesos la inversión necesaria para actualizar el equipamiento hidráulico: 5 mil millones de pesos para cambiar los mil 800 kilómetros de redes de agua que estaban en aquel entonces a punto de cumplir su vida útil, y que representaban casi el 30% del total del drenaje de la ciudad; y  para erradicar las cada vez más paralizantes inundaciones, era necesario la realización de 16 obras de colectores pluviales, que costaban 2 mil 500 millones de pesos.

Aquel marzo de 2016 parecía que sería el inicio de la aplicación del Programa Multianual de Inversión de Obras planteado desde tres años antes, pero se volvió a perder el rumbo.

Por eso cada temporada de lluvias nos va peor. No es que llueva más. Lo que pasa es que, a la falta de inversión en infraestructura hidráulica, la metrópoli sigue creciendo en total desorden. Pavimentos donde no deben ir, más fraccionamientos y edificios sin renovar ni ampliar la infraestructura de drenajes a todas luces rebasados, mantenimientos deficientes en los sistemas de alcantarillados, y una pésima cultura ciudadana de manejo responsable de la basura que generamos, hace que la ciudad colapse cada vez con menos lluvia y en menor tiempo. Eso ha quedado más que comprobado en lo que va del presente temporal en el que destaca el caos del lunes en la Avenida Patria y Américas donde se tronó a la primera un vaso regulador.

La actual clase política y gubernamental pasarán también a la historia como una generación, que pudiéramos llamar, de “políticos inundados” mientras no prioricen este tema en sus presupuestos, que lejos de lo que piensan, les podría generar una alta rentabilidad electoral al posicionarse como funcionarios modernos que deciden por el bien de la ciudad y sus habitantes y no por sus partidos políticos, como prometieron al presentarse como los políticos que cambiarían la historia.

jbarrera4r@gmail.com

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